El coeficiente de sacrificio
Si fabricas ingentes cantidades de papel moneda sin respaldo de valor y lo repartes gentilmente, al haber más dinero en circulación, si antes te pedían 4 por una mercancía o un servicio, ahora te pedirán 6. Es de primero de Económicas. Si se dispara la inflación, algo inevitable si pones la máquina de hacer billetes a trabajar a todo trapo, la manera de sacar dinero del mercado es elevar su precio, es decir, subir los tipos de interés. Pero, si lo que estás haciendo es regar el mercado de billetes para que el tinglado no se te venga abajo, no puedes hacer una cosa y la contraria al mismo tiempo. Tras la crisis financiero-inmobiliaria de 2008 las medidas económicas que entonces se tomaron se resumen en una palabra: austeridad. Aquello, con la perspectiva de unos pocos años, no pareció a muchos una buena idea, los bancos, y aquí las Cajas de Ahorros, se pudieron sanear con dinero público, pero ese dinero se suprimió de la cadena productiva. A pesar de que los bancos centrales mantuvieron los tipos de interés imprudentemente bajos, a veces hasta el precio del dinero llegó a ser negativo, eso no pudo evitar que, tras la austeridad, viniera la recesión. Estábamos intentando salir de aquel pozo cuando llegó la pandemia de covid, y esta vez no solo la coyuntura económica era diferente, serían también diferentes las recetar para atacar esta segunda crisis, que había aparecido tras la otra en muy poco tiempo. En esta ocasión se hizo exactamente lo contrario, es decir, se abrazaron las tesis keynesianas y los bancos centrales se dedicaron a repartir dinero fiat a diestro y siniestro, a particulares y a empresas. Para decirlo en pocas palabras: “Se trata de la última locura del neoliberalismo que, definitivamente, tenemos que dar por muerto y enterrado”, aunque su hedor todavía hará mucho daño a la pituitaria y a las condiciones de vida de la mayoría de la gente. Hay otra forma de controlar la inflación, además de subiendo los tipos de interés, valorizando todo ese dinero sin respaldo de valor que se ha introducido en el mercado. La forma de implementarlo no es nueva, se trata de hacerlo circular y que sea el trabajo de la gente el que lo valorice. Me explico: si usted es un taxista y adquiere un vehículo para hacer carreras con sus clientes, un coche que ha comprado a renting, por ejemplo, usted, con su trabajo, valorizará el coche, pero, si usted en vez de trabajar lo mete en el garaje y no lo mueve no obtendrá el dinero fiat de sus clientes y no podrá pagar el crédito. Para el cliente, al que le subió hace unos días el precio de la carrera de taxi, será un trastorno, pero para usted y para el banco será un grave problema. Así que a la teoría marxista de que el valor del trabajo es el que genera plusvalías al transformar las materias primas en cosas útiles o al proporcionar servicios debemos añadir ahora que el trabajo es imprescindible para valorizar un dinero que no vale nada. El problema es que hay un coeficiente, que llamaremos “coeficiente de sacrificio”, que es directamente proporcional a la cantidad de dinero fiat en circulación. En román paladino, cuanto más dinero de mentira haya en el mercado más se tendrán que sacrificar los trabajadores para valorizarlo.
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