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Brexit a la asturiana: el holocausto caníbal

20 de Noviembre del 2021 - Carlos López (Oviedo)

En el hipotético caso de que se convocara un referendo para decidir sobre la oficialidad de la llingua asturiana, está claro en qué consistiría la campaña de los que están en contra: mentiras y miedo. El holocausto caníbal, que diría Luis Enrique.

Menos mal que un referendo sobre el tema no procede, porque Farage, Johnson, Rees-Mogg y compañía iban a parecer un grupo de inofensivos párvulos al lado de los antillingua que tenemos por estos lares.

En realidad, los argumentos que utilizan habitualmente los que están en contra de la cooficialidad son fáciles de desmontar, por puro sentido común. Quién se va a creer que en Asturias nos vamos a volver todos nacionalistas simplemente porque el asturiano sea cooficial. Afirmar eso es una falacia.

Otro argumento manido: que es una lengua inventada; cuando incluso los filólogos que no están a favor, por el motivo que sea, sí reconocen que es una lengua. Es una lengua normalizada, sí, como todas las lenguas (qué lejos queda ya la normalización del castellano de Nebrija y mira qué bien le sentó). Y es una lengua que está en la UVI, nuestros mayores se mueren y cada vez lo habla menos gente. La ley de Uso y Protección es a todas luces ineficiente -no se ha conseguido que el asturiano se puede usar en la vida diaria y en cualquier ámbito con total naturalidad- y esta puede ser la última oportunidad que tengamos para que el asturiano no desaparezca.

Entonces dirán que la cooficialidad va a costar mucho dinero, y que ese dinero se podría gastar en educación y sanidad. Eso es hacer demagogia barata; una partida presupuestaria destinada a conservar el Prerrománico o una subvención para la ópera no tiene nada que ver con que nuestra educación o nuestra sanidad sea mala, regular o buena. El estado de bienestar no va a depender de la cooficialidad del asturiano, como está más que demostrado mirando a nuestros vecinos gallegos o vascos. A la vista está que otras comunidades sin lengua propia (o que la tienen y no la cuidan, como nosotros) dejan mucho que desear con su gestión en estos menesteres.

Otro dato demostrado, no una elucubración, es que Galicia ya tiene un PIB per cápita superior al de Asturias. No sé cómo se habrán arreglado con ese “lastre” tan grande que es tener el gallego como lengua cooficial.

Y qué casualidad, según el EF English Proficiency Index (EPI) 2021 (que refleja el nivel de inglés de las distintas comunidades autónomas), publicado esta semana, la región con mejor nota del ranking es el País Vasco, seguida de Cataluña y Galicia. El Principado de Asturias es la novena comunidad autónoma con mejor nivel de inglés. Eso son datos, fácilmente comprobables para el que lo quiera buscar.

Sigamos con las mentiras: se va a exigir a los médicos que hablen asturiano, porque, claro, hay que meter miedo a la gente... pues falso también. Hay unanimidad en todos los partidos políticos en que no se va exigir, y, sinceramente, creo que todos sabemos que los asturianos no somos así. Si el médico es de Murcia o Canarias, por poner un ejemplo, el paciente no tendrá inconveniente en hablar en español, que también es nuestra lengua, por muy asturfalante que sea el paciente. Y el que quiera ver otra cosa es que no conoce la realidad de Asturias.

Tal parece que los antillingua viven en una realidad paralela y ven cosas que nadie ve. He llegado a leer comentarios de gente en los periódicos diciendo que habrá comisarios de llingua en los patios de los colegios, para controlar que los niños no hablen español en los recreos; gente que dice que se vería forzada a emigrar si se hace oficial el asturiano; también en medios nacionales comentarios de gente de fuera que dice que nunca más volverían a Asturias de vacaciones o dejarán de comprar nuestra sidra. En fin, comentarios de gente que, o bien vive en una realidad paralela, o simplemente miente para justificar sus prejuicios.

Por todo ello, es un alivio que nuestro sistema democrático permita que, de llevarse a cabo la cooficialidad, se haga a través de una mayoría utilizando los cauces legales que ampara nuestra Constitución, y así evitarnos el bochorno de tener que escuchar la campaña de miedo y mentiras de unos actores que no habrían desentonado en la campaña del Brexit. Se me ponen los pelos punta solo de pensarlo.

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