Los frasquitos de esencias
Hoy escribo sobre los frasquitos de esencia.
Esos que son pequeños pero que albergan olores exquisitos, olores concentrados. Un pequeño toque de esencia es suficiente para estar impregnada de tu perfume preferido todo el día porque la esencia no se va, siempre queda ese aroma exquisito en tu piel.
En el otoño de mi vida me sobran muchas cosas materiales, a las cuales en mi juventud les di una importancia enorme. Al transcurrir el tiempo, una se va dando cuenta de que estamos atesorando cosas superfluas y totalmente prescindibles, pero, claro, son los años y las experiencias vividas los que nos abren los ojos, y es cuando nos damos cuenta de que los bienes terrenales al final aquí se quedan porque nadie se los puede llevar para el cementerio a no ser que vuelvan las tumbas faraónicas y entierren a una con todos sus bienes para “disfrutar de la eternidad”.
Por eso para mí los frasquitos de esencia los considero tan importantes, porque cada frasquito representa un recuerdo, una persona o unas vivencias inolvidables.
Si llego al invierno de mi vida, me gustaría tener una estantería con muchos frasquitos de esencia y cuando me sintiera sola cogería un frasquito que me hiciera recordar los mejores momentos de mi vida.
Porque los frasquitos solo tienen momentos y recuerdos buenos, para eso son la esencia pura de la vida que me ha tocado vivir.
Seguro que iba a tener varias estanterías llenas de frasquitos de esencia y cada uno de ellos tendría su nombre, que no sería otro que el de aquellas personas que en mis momentos buenos o no tan buenos siempre estuvieron a mi lado.
En los buenos alegrándose de todo lo bueno que me ha sucedido en mi andadura por la vida; y en los malos (estos son los que más valoro) porque estuvieron a mi lado de diversas formas, bien acompañándome en silencio, o reconfortándome con un abrazo, o también ofreciéndome su hombro como apoyo o una mirada que lo dice todo sin abrir la boca.
Afortunadamente, soy poseedora de muchos frasquitos de esencia, aunque es justo reconocer que algunos se me han roto por el camino y otros vi que no eran esencia, eran agua con unas gotas de aroma que a la primera se va porque era de la peor calidad, lo que viene a ser las personas falsas de toda la vida.
Los frasquitos de esencia no son solamente las personas que conoces casualmente, o los amigos de toda la vida; también la familia o familiares pueden formar parte de los frasquitos de esencia o agua de colonia de la peor calidad.
Siempre digo que la familia de sangre es la que te toca, aquí no se puede elegir.
La familia de corazón son los amigos que elegimos nosotros y, salvo alguna excepción, que también la hay, estos la mayoría de las veces demuestran más que la de sangre.
Ahora dejo un texto que escribí hace cinco años pero que refleja muy bien el rango de cada uno:
Desde pequeña la palabra familia para mí significaba padres, hermanos, abuelos, tíos, primos...
Al formar mi propia familia se van adosando añadidos como suegros, cuñad@s, sobrin@s...
Pero para colocar cada cosa en su sitio el orden va así:
Familia = Espos@ e hij@s
Familiares = Padres y herman@s
Parientes = Ti@s, primos, suegros y demás
En mi caso particular, puedo decir sin temor a equivocarme que mi familia es:
Familia = Esposo e hijo
Familiares = Mi hermana, ya que mis padres fallecieron
Parientes = Cuñad@s, sobrin@s, prim@s
En el apartado de parientes, debo decir que algunos están en teoría y otros en la práctica. Prefiero quedarme con la práctica, que es la que enseña y demuestra, que no con la teoría... que solo queda en eso... teoría y palabrería barata.
Después están los amig@s que no son familiares de sangre, pero sí de corazón, la mayoría de las veces los tienes antes que a los familiares y parientes.
Sin olvidarme de la familia peluda (Sammy y Luna) lo más leal, fiel y cariñoso que hay y que están a mi lado a las duras y a las maduras.
Reflexión que hago... Una vez que faltan los padres, ya no hay unión, hay disgregación, fallan los afectos por falta de conexión.
Los padres son como esos árboles que te dan oxígeno y te cobijan bajo sus hojas, una vez que el árbol es talado las ramas se desparraman y cada una sigue su destino...
Retomando el hilo, a estas alturas de mi vida solamente tengo una máxima preocupación: el incierto futuro de nuestro hijo cuando ya no estemos.
Por lo demás, solamente aspiro a tener la cabeza en mi sitio y seguir caminando plácidamente (sin pisar a nadie).
Y si las fuerzas me faltan cogeré ese frasquito de esencia y reviviré mis momentos inolvidables que guardaré en mi maleta para cuando llegue la hora de partir.
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