Punto de inflexión
¿Por qué escribo? ¿Por qué gasto tinta y papel en reflejar mi opinión? Simplemente porque me apetece compartir mi visión del momento con más aficionados y LA NUEVA ESPAÑA me parece el mejor sitio para ello. ¿Por qué este momento? Porque ahora puede ser un buen punto de inflexión.
La situación se está volviendo complicada, muy complicada. Las cosas están torciéndose más de lo deseado, y esperado. Recuerdos solo quedan de ese magnífico comienzo de Liga; todo muy idílico, demasiado bonito para ser verdad que esa iba a ser nuestra realidad. Ay, qué inocentes somos. Nos volvimos a creer que podía durar ese arranque, que este podía ser el año del ascenso. Volvimos a creer que somos un equipo grande, y no, somos un equipo pequeño, otro equipo más de Segunda División sin ningún tipo de privilegio o derecho que nos haga diferentes del resto. Hace ya mucho tiempo que dejamos de ser “alguien”, es el precio a pagar por ser el equipo ascensor y unas cuantas cosas más...
Los problemas que nos atañen son varios, tantos que faltan dedos en las manos; la mayoría vienen de largo, algunos los llevamos sufriendo, grosso modo, veintitrés años. Nombraré los dos más destacados, no sorprenderé a nadie, pues son archiconocidos:
-El gol. Tenemos menos puntería que Cupido, sobre todo teniendo en cuenta que él dar en algún sitio da, otra cosa es que no sea el adecuado. Nosotros tenemos un acierto rozando lo inexistente que provoca la desesperación de cualquiera. Además, hay que sumarle que últimamente seamos reacios a tirar, parece que hay que pagar para probar suerte en la portería, como si de una feria se tratase. No hace falta tener un cociente intelectual elevado para saber que: si no se tira, no se mete; y que, en fútbol (el deporte al que pertenece la Liga en la que competimos), gana el que más goles mete.
-Equipo agotado. Semana tras semana hemos visto el mismo once. En los videojuegos es perfecto, compites siempre con los mejores, pero la realidad no funciona así. Aún más cuando haces cambios tardíos y nunca agotas los cinco. El resultado es el que se ve: jugadores agotados que no dan más de sí. Un jugador que no puede con sus pestañas a mitad del encuentro deja de ser el más idóneo para el partido.
Aun así, no se trata de pedir cabezas a las primeras de cambio. Es un bache, bien es cierto que ya dura un mes, pero es una tormenta y no se puede abandonar el barco la primera vez que el oleaje lo tambalea ligeramente. Ahora mismo es muy complicado, pero debemos confiar y dar más margen de error, los franceses no inauguraron la sesión de guillotina nada más empezar la Revolución. En Navidad ya analizaremos la situación y buscaremos soluciones.
Aunque las memorias sean cortas, todavía recuerdan el final de la temporada pasada: solo había que aguantar y cedimos, tirando por la borda en dos semanas un heroico trabajo de nueve meses. En esos momentos, pedimos que no pasara al final para no ilusionarnos en vano, el hada madrina nos ha escuchado. Aún es temprano, estamos a tiempo de lograr una buena racha que nos haga olvidarnos de esta.
Que no importe la situación, nuestro amor por el equipo es superior a cualquier momento; aunque seamos muy inocentes y a veces fuera mejor olvidarnos de todo, el sentimiento es superior. Somos lo más grande que tiene este equipo; si fallamos nosotros, se desmorona todo. Me reitero, este puede ser el punto de inflexión, el momento de que lleguen cambios.
“Tu fe nunca decaiga”, siempre Sporting.
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