¿Qué será de la juventud de hoy mañana?
Cada vez escucho con más frecuencia la impotencia de los padres que ven cómo sus hijos e hija de 16, de 14, de 12, de 10 e incluso de 8 años tienen acceso a, través de las redes sociales, al sexo duro en todas sus manifestaciones, al sexo en vivo en cualquier esquina y al mundo de las drogas en sus diferentes versiones.
Es una realidad incuestionable e imparable que los niños y niñas, cada vez con menos edad, y los y las adolescentes, en una gran mayoría, están sometidos a la tiranía de los móviles, una esclavitud de la que no son conscientes y que les tiene atrapados mañana, tarde y noche, una dependencia absoluta, una adicción incontrolada.
Y el alcohol, esa droga dura aceptada socialmente, está tan al alcance, como los refrescos en otros tiempos.
Ante esta situación uno se pregunta cómo van a ser mañana los jóvenes de hoy, porque, indudablemente, les tendrá que pasar factura.
Me gusta mucho más la juventud de hoy que la de mi generación y las posteriores, pero me preocupa cómo les puede afectar vivir a destiempo tantas experiencias y no he podido evitar manifestarlo porque habría que hacer algo. No sé el qué, pero habría que hacer algo.
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