En Sobrescobio y Caso, naturaleza conservada e interpretada
En estos tiempos de turismo cercano, a una hora en coche desde Oviedo, por la ruta del río Nalón y tras pasar los concejos de Langreo, San Martín del Rey Aurelio y Laviana se llega al pequeño municipio de Sobrescobio, de setenta kilómetros cuadrados de extensión y unos ochocientos habitantes, cuya capital es Rioseco –Rusecu, en asturiano–, un pueblecito a unos 400 metros de altitud, con una preciosa urbanización de casas de una y dos alturas, limpio y moderno, algunos caseríos antiguos de piedra y varios hórreos. Tranquilo y acogedor, abrazado por un Nalón suave y cantarín, truchero y limpio, que más arriba está represado en dos embalses de gran producción hidroeléctrica y también proveedores de agua para poblaciones del centro de Asturias, entre otras la de Gijón.
Son los embalses de Rioseco y Tanes, que están preparados para conseguir una mayor eficacia energética-económica a base de intercambiarse flujos de agua hacia arriba y abajo: cuando la demanda de electricidad de la red es mayor, el agua baja produciendo energía eléctrica; en las horas de baja petición eléctrica de la red abastecida, el agua se revierte desde el embalse más bajo, el de Rioseco, al de Tanes y mantener más tiempo volúmenes totales de agua retenidos arriba. La central eléctrica es una gigantesca obra subterránea y rocosa, en la que intervinieron los arquitectos Vaquero Palacios y Vaquero Turcios (padre e hijo), que juegan con los elementos necesarios de la construcción como tuberías, escaleras, barandillas, paredes rocosas, techos de hormigón y grandes volúmenes de espacios subterráneos y abovedados para decorar con una obra escultórica y pictórica curiosa, bella y sorprendente, que sobrecoge al que y tiene la suerte de poder visitarla.
Entre las montañas, que se van subiendo por la carretera cada vez más sinuosa y compañera del río, el agua puede seguir siendo la protagonista de la excursión. Sobre todo, si se visita la Casa del Agua, situada en el extremo de la población, por una desviación a la derecha apenas unos pocos centenares de metros. Es una finca bien acondicionada en su construcción moderna y en los jardines que la rodean, en los que se exhiben un molino hidráulico y un “mazapilas”, dispositivo movido por el agua que sirve, en los parajes de pasto con alguna corriente de agua, para espantar animales depredadores, como lobos, jabalíes, osos, etc. En su interior, a través de objetos, fotografías, paneles interactivos y otros medios expositivos y didácticos, se exponen la historia y las técnicas humanas para usar y dominar el agua. La Casa del Agua se inauguró en 2002, pero más tarde fue enriquecida y ampliada para albergar el material que se preparó para el pabellón de la Exposición Mundial del Agua en 2008, celebrada en Zaragoza.
El siguiente paso de la excursión puede ser la colegiata de Santa María La Real de Tanes, unos pocos kilómetros más arriba y desviándose mínimamente de la carretera. Es una iglesia magnífica y muy bella, situada a la orilla del embalse de Tanes, que tuvo su origen en el siglo XVI y fue ampliada y enriquecida entre los siglos XVII y XIX; está aislada de los pueblos más cercanos y eso le da un aire un tanto misterioso, que aumente el interés y, desde luego, justifica su visita. Además tiene, en una pequeña edificación antigua anexa, un Museo de la Apicultura, que puede ser visitable con cita previa.
Tras ir recorriendo por la carretera la orilla derecha del embalse de Tanes, hay cerca una desviación a la derecha a Caleao, pequeña población que es base y origen de la Ruta de los Arrudos y excursiones senderistas muy apreciadas por los andarines y montañeros. Esta localidad cuenta además con una posada y restaurante llamados Zulima: un encanto de establecimiento, sencillo, cuidado y acogedor, de buena cocina, con las especialidades locales como el quesu casín, el cabritu con patatines y otras maravillas que allí se sirven con un trato amable y cercano a un precio estupendo.
Subimos hasta Campo de Caso, capital del concejo, y en la propia población se sitúa el Centro de Interpretación del Parque Natural de Redes, sobre un prado amplio que permite mucha perspectiva de los montes cercanos, abierto hacia el sur, con una terraza y cafetería, salón de actos, tienda de recuerdos y salas expositivas de fotos, objetos, pantallas interactivas, maquetas y representaciones de la flora, fauna y geografía del parque natural. En fin, una visita muy recomendable, instructiva, que ilustra y divierte. E invita a visitas de más alto calado, con excursiones a cimas, recorridos montañeros e incluso estancias en el refugio-parador de Brañagallones, “un sitio mágico cercano al paraíso”, como expresa uno de eslóganes turísticos.
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