Bolonia y la convocatoria de septiembre o de julio
Desde hace ya varios años se viene hablando de la llegada del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y de los importantes cambios en el método docente que ya se están produciendo en gran parte de las asignaturas de las
titulaciones de nuestra Universidad. En estos últimos años, muchos docentes estamos diseñando y llevando a cabo nuevas actividades dentro y fuera del aula, encaminadas a hacer al alumno partícipe activo de su propia formación universitaria. Así, combinamos dichas actividades con clases expositivas tratando de buscar una metodología equilibrada, dinámica, participativa y eficiente para el aprendizaje del alumno. Con el EEES, además de los conocimientos propios de cada titulación necesarios para el posterior ejercicio profesional, se deben desarrollar en el discente otras competencias o capacidades de carácter transversal, a saber: capacidad de trabajo en grupo, capacidad de expresión oral y escrita, capacidad de análisis y de síntesis Pero además de realizar actividades que contribuyan al desarrollo de dichas competencias, es obvio que también hay que habilitar sistemas de evaluación de forma que sepamos el grado de desarrollo en el alumno de cada una de las competencias en las que se ha trabajado. Hasta hace poco, los exámenes parciales y finales constituían una aceptable forma de evaluación, ya que el método docente sólo buscaba desarrollar en el alumno competencias cognitivas y aunque se podía habilitar un método de evaluación continua, la presencia de un examen final era una posibilidad a la que cualquier alumno podía acudir independientemente de su mayor o menor asistencia y participación en el aula. Sin embargo, en el contexto
del nuevo espacio educativo universitario, la evaluación de las competencias pasa, a mi juicio, necesariamente por un proceso de evaluación continua donde no cabe la posibilidad de que un alumno que no haya participado en las actividades diseñadas al efecto durante todo el periodo docente, pueda aprobar la asignatura correspondiente. No se trata de eliminar los exámenes tradicionales, sino de que en éstos no puede residir todo el peso de la calificación final del alumno.
En los últimos días se está debatiendo sobre la necesidad de modificar el calendario escolar de manera que el curso pueda comenzar en los primeros días del mes de septiembre. Por supuesto considero esta medida imprescindible. Lo que ocurre es que parece que dicha modificación ha de venir aparejada con el adelanto al mes de julio de la actual convocatoria de septiembre. Según mi opinión, al proponer dicho adelanto, implícitamente se está admitiendo la posibilidad de que cualquier alumno pueda aprobar una asignatura en dicha convocatoria independientemente de su trayectoria a lo largo del curso. Bajo mi punto de vista, el EEES no es compatible con el actual diseño de la convocatoria de septiembre y tampoco lo será si simplemente se adelanta al mes de julio. Personalmente no encuentro forma de establecer métodos de evaluación que permitan que un alumno que no ha alcanzado durante el curso la tasa mínima de desarrollo exigida en las competencias trabajadas, pueda hacerlo tres semanas después mediante la realización de un examen final. Quizá dicho examen pueda tener sentido en casos muy concretos de alumnos donde se hayan detectado carencias en competencias de tipo cognitivo o instrumental, pero en ningún caso lo tiene para aquellos alumnos en los que las carencias son generalizadas o están presentes en las competencias de tipo transversal. En mi experiencia durante los últimos años, los alumnos que pertenecen al segundo grupo son fundamentalmente aquellos que apenas han asistido a clase. Si se mantiene la obligatoriedad de que toda asignatura ha de establecer, para todo alumno matriculado, un sistema de evaluación en esa convocatoria, ya sea en septiembre o en julio, ¿Cómo se podrá evaluar coherentemente a este tipo de alumnos ofreciéndoles la posibilidad de aprobar?
La Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) ha optado por eliminar la convocatoria de septiembre aduciendo el método de evaluación continua como justificación. Es evidente que habrá defensores y detractores de esta medida, pero no cabe duda de que es coherente con la filosofía del EEES y elimina la cuestión anteriormente planteada. Sin embargo parece que una gran mayoría de las Universidades españolas optarán por la fórmula del colocar en julio una nueva convocatoria como adelanto de la actual convocatoria de septiembre. Espero con interés la manera en la que se regulará dicha convocatoria para que la propuesta final sea igual de coherente y responda de manera satisfactoria a la mencionada cuestión.
César L. Alonso González
Profesor Titular de la Universidad de Oviedo
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