La ética de la economía
El cliente siempre tiene razón si compra. Como el cliente siempre compra lo mejor, se aumenta la producción de aquello que es mejor y, al venderse más, también mejora el mundo. Estos principios morales de la economía se basan en que: si es bueno para mí, siendo yo parte de lo general, es bueno también para lo general. Por tanto lo inteligente es buscar el bien propio, porque ya el mercado libre seleccionará lo más eficaz para el bien general generando también el bien particular del productor. Son argumentaciones de nuestra sociedad que reflejan toda su ironía. Mientras tanto, nadie busca soluciones a la energía, los alimentos y la natalidad. Si nos olvidamos de las energías fósiles, las únicas energías de que disponemos son: la energía del Sol (como reactor de fusión que es) y la energía que nos llega desde el núcleo de la Tierra (como reactor de fisión que es). Así que la única y verdadera solución para ser independientes en materia de energía es disponer de energía nuclear de fusión (aún no disponible) y la de fisión (disponible pero no querida). Si queremos que todo el mundo viva con ciertas garantías disponiendo de la energía (renovable) que permita vivir como la clase media del primer mundo, necesitaríamos varios planetas como el de la Tierra y, alguno más, si seguimos con fe ciega en el dogma del crecimiento económico. Algunos confiarán en que ciencia y tecnología alcanzarán soluciones para sobrevivir, pero solo será para aquellos que puedan comprarlas, mientras otros no las podrán tener. Pero el asunto estará en aquellos que lucharán para vivir o morir cada día, y lucharán tercamente, siendo esa lucha parte del problema.
Llega la Navidad y agricultores y ganaderos dicen que no pueden continuar produciendo alimentos porque económicamente pierden. Llegará 2022 y las mujeres jóvenes seguirán diciendo que, aunque quisieran tener hijos, no los pueden tener porque su economía no les permitiría sostenerlos y tampoco tendrían tiempo para atenderlos. Las no tan jóvenes certificarán que, aunque ellas quisieran tener otro hijo más, la realidad les ha dicho que tener el que ya tienen ha sido una temeridad de la que no se arrepienten, y, de tener más, se arrepentirían. ¿Qué pretende la sociedad: seguir con su eficacia económica o cambiar? Aunque no guste, insisto, todo el mundo debe recibir una mínima Renta Básica Universal (incluidos los niños para que puedan pagar ellos un salario para su sustento y cuidado), y aquellas ocupaciones realmente necesarias como agricultor y ganadero podrían recibir un Salario Ciudadano Ocupacional por su ocupación. Así se podrían mantener alimentos a precios asequibles para la sociedad y su actividad productiva podría ajustarse para ser ecológica y medioambiental. Oh sí, todo parece muy extraño, pero más extraño es morirse de hambre y quedar sin procrear. ¿Qué creen ustedes que causará más caos? ¿Quieren esperar a verlo, o intentarán cambiar algo antes?
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