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¿Una guerra al lado de casa?

22 de Noviembre del 2021 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

Hay algo casi tan malo como tener una guerra en casa: tener una guerra al lado de casa. Crece la tensión entre Marruecos y Argelia, una tensión que no ha hecho más que escalar peldaños en los últimos meses y cuyos azuzadores son nuestros aliados y los piratas a los que nuestros aliados de la OTAN han otorgado patente de corso. ¿Si las potencias occidentales, sus aliados sionistas y las monarquías feudales árabes se han empleado a fondo para cargarse países y regímenes que evolucionaron desde el socialismo panárabe, como Irak, Libia y Siria, por qué no iban a hacer lo mismo con Argelia? Los paladines de la estrategia del caos, primero provocarlo y luego explotarlo en el propio beneficio, ya han logrado crear ese caos en unos cuantos países, en una larga línea que se extiende desde Afganistán al Magreb, pero, a pesar de cientos de miles de muertos, de millones de refugiados y de países destrozados, no han tenido suficiente. El control de las materias primas, el negocio del entramado militar-industrial y la loca geopolítica son insaciables. Pero ahora no estamos hablando de una guerra a miles de kilómetros de nuestro país, estamos hablando de la posibilidad muy real de que estalle un conflicto de dimensiones colosales y con implicaciones de las grandes potencias a las mismas puertas de nuestra casa. El sátrapa Mohamaad VI tiene las ansias expansionistas de su padre, Hassan II. Marruecos se parece mucho a Israel en que, desde su independencia, no ha hecho otra cosa que robar territorios. Desde que EE UU e Israel reconocieron la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental y han dado a "nuestro hermano" del Sur créditos milmillonarios para comprar sofisticado armamento, Mohamaad VI no solo ha redoblado su manu militari en el Sáhara Occidental, Marruecos ha vuelto otra vez su mirada agresiva, como ya hiciera en la Guerra de las Arenas (1963) contra Argelia, acosándola militarmente e inmiscuyéndose en sus asuntos internos, hasta el punto de apoyar groseramente protestas y movimientos independentistas en el vecino país. Estamos hablando de un cóctel de intereses inconfesables, en el que el toque legionario y vengativo lo pone Francia, y de gente aventurera y belicosa que son capaces de cualquier cosa. En el Sáhara Occidental el statu quo se ha terminado. Tras la intervención, a sangre y fuego, en octubre de 2.020, del Ejército Marroquí contra un grupo de civiles que pedían a la ONU la celebración de un referéndum de autodeterminación, cortando la carretera en la frontera con Mauritania, al Frente Polisario se le ha agotado la paciencia. Cuando escribo estas líneas el Frente Polisario ha exigido a las empresas extranjeras que operan en el Sahara Occidental, robando las materias primas y las riquezas a sus legítimos dueños, que abandonen el Sahara de inmediato. Esto se une a la ruptura de relaciones diplomáticas entre Argelia y Marruecos y a que Argelia ha cerrado el gasoducto del Magreb, que abastecía de gas a Marruecos y continuaba hasta Tarifa (Cádiz). Yo no tengo ninguna duda de que si el Gobierno de España fuera del PP, con o sin la ayuda de Vox, o solo del PSOE, nuestro país serviría otra vez de punta de lanza para las fuerzas imperiales para una guerra contra Argelia, como sirvió en la guerra contra Libia, previa manipulación informativa y demonización de argelinos y saharauis, claro, pero no son esas las circunstancias que, para desgracia de algunos, se dan ahora. Aliarse con gente impresentable y belicosa no es bueno, pero, cuando esa gente te puede montar una guerra al lado mismo de tu casa, una guerra que te salpicaría, sin ninguna duda, te das cuenta de hasta qué punto no es bueno.

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