Cronificando la pobreza
Varios países europeos, Austria, Suiza, incluso Alemania, pronostican el “black out”, un apagón generalizado en Europa que podría durar varios días, pero afortunadamente no parece ser el caso de España, o eso dicen.
Aunque pensar es aburrido y no genera la misma adrenalina que un meteorito que se acerca a la Tierra, pensar que “aquí no puede suceder” es una distracción complaciente, aunque, de hecho, el propio Pedro Sánchez aseguró (Dios nos coja confesados) que España “tenía garantizado” el suministro del gas para el invierno.
Si el Presidente (o su ventrílocuo), que nunca es responsable de nada, nunca miente (no sé si es más patético que mienta, o que no sepa que miente), y siempre habla para personas inteligentes con sofismas del más alto nivel que insultan la inteligencia de la mayoría, dice que no habrá apagón, abróchese el cinturón y prepárese para un viaje lleno de baches, pero no pierda la esperanza de que algún lugareño poseedor de una lógica dudosa e incapaz de razonar ni siquiera rudimentariamente, capte el mensaje, se preocupe y se plantee hacer acopio de mantas, velas, latas, pasta, chocolate, pilas, agua, gas...
Otra vez nos habrán engañado, esquilmado y probablemente envenenado, y como el que no quiere la cosa, habremos contribuido al fin último: encarecer los precios un treinta o cuarenta por ciento, debido a la alta demanda y escasez, empobreciendo aún más a los que menos tienen (si ya está deprimido, probablemente no debería seguir leyendo)
El que escribe, tan tolerante, o más, que Echenique, recuerda cuando hace un par de años, sesudos investigadores americanos comunicaron, sin consenso ni venir a cuento, que, a partir de la fecha, los valores normales de la tensión arterial pasaban de los conocidos y asumidos 140-90 a los nuevos 120-80 (sistólica- diastólica).
De la noche a la mañana, como si huyendo de un enjambre de abejas te lanzaras al agua y te comieran las pirañas, había en España cinco millones más de enfermos hipertensos, cinco millones más de “cotizantes” crónicos.
Tenemos en la casilla de salida hipotéticas tragedias que amenazan nuestras vidas y haciendas, prestas a tomar el relevo de la pandemia actualmente en curso, entre otras: “emergencia climática”, “invasión extraterrestre”, “caos energético” u otra pandemia (viruela, por ejemplo), cuyas víctimas propiciatorias siempre van a ser una mayoría de perjudicados instalados en la base de la pirámide, emparentados con la indigencia, mientras en la cúspide estarán los beneficiados, las élites psicópatas criminales que no descansan, una minoría de amorales ayunos de humanidad, solidaridad y empatía, que preocupados por amasar una riqueza obscena, se olvidan de sus compatriotas.
Algunos otros países, pendientes de las necesidades de sus ciudadanos, ya lanzan alertas y toman medidas de prevención para que los suyos no decidan suicidarse pegándose un tiro en la cabeza, dos veces.
En España, con cuatro millones de personas pobres de solemnidad, entre “carencia severa” y situación de “pobreza real” (diferentes partidos políticos y algunos medios de comunicación hablan de 12 millones), solo el aval de la palabra del Presidente (me preocupa, ha empezado a correr en círculo, graznando como un ganso), nos mantiene “inmunes”; pero si, como se anuncia llegara a producirse este apagón en Europa, ¿Cuántos pobres, indigentes y desempleados se convertirían en crónicos? Bueno, “habrá un par de casos, a lo sumo”.
Saludos cordiales
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