La mordaza que atenaza
Pregunto: ¿permitiría usted a un pederasta trabajar en una guardería? ¿Y a un pirómano en una fábrica de explosivos?... La respuesta obvia, razonable, nos invitaría a impedir el acceso de esa persona a ese entorno, así que sin más dilación iré al grano: ¿se sentiría usted reconfortado al saber que una persona que trabaja como policía manifestó públicamente al recibir como regalo una navaja: “Hostia, qué guapo, la cantidad de gente que voy a asesinar con esto”? Sean sinceros, independientemente de credos o ideologías, ¿ven o no con preocupación que un personaje de esta calaña forme parte de un cuerpo de seguridad del Estado? ¿Y si además les digo que es el portavoz del sindicato mayoritario de la JUPOL? ¿Y si les digo que el secretario general de dicho sindicato está denunciado por cargar gastos propios en las cuentas de la organización, opinan que los cuerpos de seguridad del Estado, en especial la Policía, están bien representados con estos dos personajes al frente?...
Desde hace varios días, medios afines, líderes conservadores y esta organización sindical han tratado de mostrarse como víctimas ante el anuncio del Gobierno de derogar la “ley Mordaza”. Ese victimismo oculta una situación anómala, como es la violación de derechos recogidos en la Constitución, y, sí, hablo de la libertad de expresión, del derecho a la huelga o de participar en una manifestación. A estas alturas del relato, a nadie debería pasársele por alto que la controvertida ley fue aprobada en solitario por el Gobierno de Rajoy, quien, en vista de las protestas que arreciaban por su nefasta gestión, trató de acallar al pueblo mediante una ilegalidad evidente.
Que se vendan como delincuentes a quienes apoyan a una familia en riesgo de desahucio, o que se multe con 800 euros a una persona por fotografiar y hacer pública la imagen de un vehículo policial estacionado en una plaza de minusválidos, o que lucir un bolso de una marca de moda sea tipificado como delito, por dejar a criterio de un agente la interpretación de unas siglas, deja en entredicho al Estado de derecho y en una indefensión absoluta a los ciudadanos. No estamos hablando de violencia y sí de abuso de la autoridad, que nos retrotrae a otros tiempos. Yo creo que pedir que los agentes se comporten como es debido no es dejar en indefensión a nadie, simplemente es actuar con coherencia y ajustados a los tiempos en los que vivimos. No se está pidiendo que los agentes se crucen de brazos o huyan en desbandada si son acosados, o se están cometiendo actos de vandalismo, pero tampoco que por llevar un arma y una placa campen a sus anchas amparados en una ley que trata de tipificar como delitos unos derechos.
En más de una ocasión he hablado sobre estos temas con amigos que tengo en el cuerpo y debo decir que su valoración al respecto nada tiene que ver con los supuestos representantes aludidos anteriormente. Cuando les pregunté sobre el tiempo máximo para identificar a una persona, que la “ley Mordaza” justificaba con seis horas, me dijeron que les sobraban quince o veinte minutos para ello; por ello, mantener incluso las dos horas a ojos de cualquiera sigue siendo excesivo. Sobre las grabaciones que una persona pudiera hacer a un agente en el desarrollo de su trabajo, volví a obtener la respuesta obvia: si se actúa de forma proporcionada y acorde a la situación, no hay nada que temer. Por tanto, ¿dónde está el problema? ¿Qué queremos? Repito, no se trata de dejar desamparados a los cuerpos policiales, se trata de permitir el ejercicio de las libertades recogidas en la Constitución, e impedir que un criterio o el libre albedrío dicte multas por llevar placa.
Cuando sabemos que España es el tercer país de Europa con la tasa de criminalidad más baja (46,1%) y, por el contrario, es el que mayor población reclusa tiene, ¿de qué hablan cuando alegan indefensión? ¿Por qué dicen que con ello aumentará la criminalidad? ¿Acaso pretenden tachar de criminales a quienes luchan por sus derechos? Cuidado con la respuesta, porque en ese caso ya estaríamos hablando de otros temas, y cuando hablan de indefensión voy a recordarles una movilización. ¿Recuerdan la manifestación “Rodea el Congreso”? Pues dicha manifestación pacífica se resolvió con cargas policiales; sin embargo, cuando los enmascarados de JUSAPOL rodearon el Congreso, no pasó nada, ni una carga, es más, los manifestantes se saltaron el cordón de seguridad y posteriormente accedieron a la tribuna del hemiciclo invitados por los fascistas de Vox.
El sábado volveremos a ver escenificada la pantomima de Colón, esta vez con fuerzas armadas, como si la respuesta a la aprobación de los Presupuestos del Gobierno se pudiera tapar con el ruido que algunos pretende hacer, apoyándose en un Abascal que tan pronto apoya a los policías como carga contra ellos por su actuación contra los trabajadores de los astilleros en Cádiz, o en un Casado que se pierde en una iglesia rezando a un dictador, o en una Arrimadas sin brújula; pero a todos ellos les voy a decir una cosa: ustedes, que tanto recurren a hablar de lo que dicta la Unión Europea, parece que en esta ocasión han decidido omitir en sus declaraciones el requerimiento de esta para reformar esta ley por su “potencial represivo”, y va más allá cuestionando el poder que se confiere a la Policía para identificaciones arbitrarias, multas elevadas y la prohibición de manifestaciones espontáneas.
Si, como dijo Cicerón, “las leyes se han hecho para el bien de los ciudadanos”, yo creo que va siendo hora de rectificar los errores.
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