Ruido
Hay diferentes tipos de ruido, el ruido rosa, el ruido blanco, el de la lluvia, el del mar, el ruido de la calle, el ruido político. Necesitamos un ruido para dormir, podemos hacerlo con el sonido de la televisión y despertar si se hace el silencio. Podemos trabajar con ruido, meternos dentro de nuestros pensamientos y no escucharlo. Estamos acostumbrados al ruido, tanto que somos capaces de provocarlo cuando no lo hay. Pero al mismo tiempo nos molesta cuando se produce. Vivimos en una dicotomía, ni contigo ni sin ti. Amor y odio enfrentados a partes iguales.
Los políticos nos han acostumbrado al ruido. No hay semana que pase sin pena ni gloria. Si no hay ruido lo generan, da lo mismo de lo que se trate. Si son invitados a un acto como si no lo son. El ruido entre partidos del gobierno y la oposición es algo a lo que estamos acostumbrados. Tan acostumbrados estamos a ese ruido que ya no lo percibimos y por lo tanto se ha de generar un nuevo ruido, el ruido dentro de sus propias filas, dentro del propio gobierno.
No contentos con el ruido entre socios, se genera ruido dentro del propio partido. La noticia del congreso del partido socialista ha sido que no había ruido... de sables. Aunque no es un ruido exclusivo de los socialistas. Los populares se aplican aquello de "que hablen de ti, aunque sea mal" y es que las luchas estériles entre sus mandatarios no ayudan a la cohesión.
Hasta aquí podríamos pensar que el ruido político forma parte del ecosistema, que no afecta a la mayoría de la sociedad. Pero esta forma de relacionarse nos afecta de manera silenciosa y como somos muy de criticar, los ciudadanos también queremos nuestro ruido. Aprovechamos cualquier asunto para sentirnos como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.
Dejémonos de ruido inútil, no malgastemos el tiempo con tareas innecesarias. Utilicemos el ruido cuando de verdad sea necesario, cuando nuestros derechos o los derechos de otros sean pisoteados. Como ciudadanos tenemos derecho a hacer ruido, pero que valga la pena escucharlo.
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