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El Monsacro, una visión novedosa entre mil

5 de Diciembre del 2021 - Agustín Hevia Ballina

Son tantos los trabajos orientados a los estudios acerca de la Sagrada Montaña que te parecería imposible añadir nuevas aportaciones a tal cúmulo de estudios ya realizados. Sin embargo, nada más alejado de la realidad: una aportación nueva acaba de ofrecerse a quienes tienen en el punto de mira de sus investigaciones este Sacro Monte, para profundizar en el enriquecimiento de sus conocimientos.

En esta línea acaba de ser objeto de su acercamiento al público de un singular libro -aún no ha recibido el espaldarazo de exhibir sus galas ante los medios de comunicación-, libro que constituye una novedad en sus aportaciones enriquecedoras. Hay un género de libros que, por el color blanco de sus tapas y por sus contenidos de exploración programática, suelen calificarse de “Libro Blanco” de esta o de la otra materia. Estos dos aspectos parecen converger en este nuevo volumen que sus autores acaban de ofrecernos, para ahondar en conocimientos sobre el Monsacro.

Sumario: Progresos y avances para ayuda del conocimiento de la Sagrada Montaña

Destacado: Una aportación nueva acaba de ofrecerse a quienes tienen en el punto de mira de sus investigaciones este Sacro Monte, para profundizar en el enriquecimiento de sus conocimientos

Me lo acaba de poner en las manos Natividad Torres, que ha hecho como parte de sus inquietudes y objeto de sus dedicaciones el descubrimiento de novedades acerca de la Sacra Montaña, que tantos quebraderos de cabeza está trayendo al equipo científico de trabajo, que paulatinamente va haciendo aflorar nuevos puntos de vista, que abren perspectivas para nuevos e incesantes avances en el descubrir posibilidades de acceso a los misterios que se encierran en nuestro Monsacro.

El libro me hace revivir momentos de mi propia existencia, que me resultaron meta para la restauración de las dos capillas, cuando se hallaban en trance de desaparecer, sumidas en casi completa ruina. Mientras avanzaba en la lectura de este novedoso libro, todo me era reavivar aquellos días de las primeras actuaciones para llevar a cabo con los párrocos de La Foz y Santa Eulalia, y, más tarde, llevando a compleción la recuperación de las “ermitas” o de las “capillas”, con la implicación plena de la Consejería de Cultura, personalizada en Manolo de la Cera.

Todo fue un reavivar de recuerdos y más recuerdos, avanzando por los recovecos del pasado, con el caminar de una historia personal, en que interfería el ser proclamado hijo adoptivo del municipio morcinense. Venían a la memoria, como si brotasen a borbotones de una abundosa fuente, los recuerdos, que se me hacían vivos cuando iba avanzando en la lectura. Nuestra Señora del Monsagro, la Madalena, Silla de Dios, “Entrepuertes”, Valdoveyes, La Cova Diedra, el Huertu del Ermitaño. Los túmulos prehistóricos, los peregrinos de la Historia, Silla del Obispo, la Casa del Monsagro, el Pozo de Santo Toribio, los cardos -si vas a la Madalena, has traeme un cardu, a min fadráme bien y a ti non te fadrá dañu-. Cantos y rezos, pies descalzos, subiendo por los senderos y las sendas. Siglos y siglos de vivencias religiosas, acumulaciones de topónimos, hechos vida en las entrañas de ese tan jugoso y hermoso libro, para revivir tantas cosas. Me gustaría extractar tantas sapiencias, que afloran solo con tocar una tecla para dejar un poso vivencial en las médulas del alma. Tierra de árgomas y de manzanilla, tierra de texos, abriéndose camino roca abajo, para, “cintu abaxu”, descender a Otura y los Llanos, dejando atrás la Sacra Montaña de las perlas de las Santas Reliquias.

Monsacro de tradiciones y de Santas Reliquias. Un rey, el II de los Alfonsos, con acompañamiento de abades, condes, que son “comites” de nobles y de clérigos, de algún que otro humilde menestral. No te quedes en la periferia, adéntrate en las posibilidades que te sugiere esta especie de “Libro Blanco”, de “Libro Guía”, y vosotros, los que componéis ese como ramillete de “buscadores de Tesoros”, seguid atentos todas las pistas que vosotros ofrecéis con generosidad, para que, con vuestra guía por delante, podáis convertir en tesis tantas hipótesis, como os decidís ofrecer a los lectores. Seguid la senda emprendida, estrujando, hasta la última gota de su jugo, cuantas todavía abundan en las entrañas de ese Monsacro de bienandanzas sin fin.

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