¿Me gusto yo?
Ya no queda nada por decir, todo está en lo que el viento se llevó, y queramos o no, estamos en otra página de la historia, o histeria, que es la historia reciente de la humanidad. El mundo se para por algo de lo que no nos reconocemos responsables, pero sí lo somos en alguna medida, reconozcámoslo o no. No podemos excusarnos en la casta política para que respondan ellos, cosa que no van a hacer por supuesto. ¿Y por qué no?, dice nuestro yo; ¿acaso tiene el criado más responsabilidad que el amo?, ¿decide más el mayordomo que el señor?, ¿importa el cuerpo de servicio más que el contratante?. Pues sí, porque el yo es lo único que podemos controlar. Podemos cocinar el plato que se nos pide, pero hacerlo bien, hacerlo sano, podemos llevar al señor en el coche, pero vigilar que carbure lo menos contaminante posible.
Sí, ha llegado el tiempo de hacer cuentas con nosotros mismos. Los políticos están administrando para su propio interés porque los amos están a lo suyo, y así van las cosas en el mundo entero: contaminación, deforestación, guerras, refugiados, hambre, injusticias, violencia, crimen, latrocinio, abuso, hipocresía hasta en las cuatro mil religiones que no enseñan a Dios porque eso las denunciaría, etc, etc.
Pensemos un poco... y perdón por repetirme, pero ¿tiene comparación una peste de la que no parece que seamos responsables y que se ha llevado 88.000 vidas en España en dos años, con una peste de la que sí somos responsables y que se lleva no solo este año, sino cada año 100.000 vidas abortadas por nosotros?. Sí, nosotros, los que se sitúan al margen de todo, pues no, resulta que somos responsables de lo que pasa en la humanidad, unos más directamente y otros por omisión, desinterés, o cobardía. Hay que sujetar a la jovencita para que no se la meriende el primer imbécil con el que salga y luego ¿Qué?. A abortar al inocente.
Si tenemos un perro que ladra cuando los vecinos descansan, ¿nos preocupa?, si se caga en la calle y resbala una persona mayor rompiéndose la cadera, ¿nos preocupa?. Si la secretaria cede al acoso y por fin nos la agenciamos, ¿nos acusa la conciencia?. Si nuestro tabaco mata también al otro, ¿nos hace sufrir?. Si nuestro vecino es un abuelo que vive solo, ¿lo atendemos en lo que nos sea posible?
Ha llegado el momento de hacer balance: ¿qué hemos hecho con el planeta, con el ser humano, con nosotros mismos? Mirémonos un momento en este espejo: "Mas sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque la gente solo se amará a sí misma; serán amantes del dinero, fanfarrones, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos y desleales, no tendrán cariño natural, no estarán dispuestos a llegar a ningún acuerdo, calumniadores, sin autocontrol, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate" (2 Timoteo 3:1-5). Llegarán otros tiempos, gracias a Dios, pero para la humanidad que pueda en conciencia mirarse en ese espejo, porque si no, ya no valdría la pena que lleguen otros tiempos (Salmos 37:10,11).
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