En tiempos de desolación...
Se dice que fue San Ignacio de Loyola quien nos dejó recomendado o sugerido eso de “En tiempo de desolación no hacer mudanza”, aunque otros dicen que no fue desolación sino tribulación. Fuere uno u otro, a un pobre ignorante pecador como yo, y poco seguidor o fiel a los mandatos de la Iglesia en general, la sugerencia o recomendación me parece de lo más acertada.
Estamos viviendo no solo en España, sino en el mundo entero, una crisis económica enorme, consecuencia de esa pandemia que nos trajo el puñetero covid-19, y nuestros políticos, tanto los que ostentan el poder como quienes desde la oposición hacen su labor de tal, en mi opinión, se están comportando de manera muy irresponsable.
Quienes gobiernan, en mi opinión, curiosamente lejos de tratar de ser prudentes y hacer frente a la situación para salir adelante con el menor coste o destrozo posible, dan muestras cada día de ir justo en la dirección contraria a la que la situación actual exige. No es en ningún caso, a mi entender, tiempo de ponerse a renovar la casa, no ya con la piqueta y todo tipo de precaución, sino mucho menos con la pala excavadora como dan la impresión de estarlo haciendo. ¿A qué viene ese afán desmedido de acabar con todo lo anterior de la noche a la mañana por las bravas, cuando tenemos por delante un sinfín de problemas que resolver como país, suficientes para absorber toda la capacidad posible de administrar las cosas públicas de quienes nos gobiernan y aun para dejar algunas a medio resolver? Deberían reflexionar todos ellos sobre esa cuestión y tratar de sacar al país hacia delante sin que la situación llegue al punto de no retorno. Este Gobierno se empecinó desde el primer día en circular en dirección contraria y no hay quien le haga entrar en razones, nadie los convence de que van directos al precipicio. Lo malo no es que ellos y su vehículo se estrellen, es que nos van a acabar estrellando a todos. No es momento de ideologías ni de demagogias, es momento de tirar todos del carro en la misma dirección y tratar de sacarlo del atolladero en que se encuentra, y ese carro no es otro que nuestra España, nos guste o no.
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