Uno más de la familia
Recuerdo de pequeño cuando veía al perro de unos de mis vecinos todo el día atado a un poste. No podía moverse más de 5 metros de la caseta en la que vivía. Días largos de verano con un calor abrasador, o noches frías de invierno cuando volvía de cenar con mis padres y de camino a casa veía al pobre animal tumbado en el suelo. Por entonces preguntaba a mis padres: ¿no se puede hacer algo?, a lo que me contestaban con lo que por entonces era la cruda realidad: "No Daniel, es su perro y por tal su propiedad, y por desgracia puede hacer con su propiedad lo que quiera". Ahora, si fuera testigo de esa misma situación, gracias a que hace unos días el Congreso de los Diputados aprobó definitivamente la ley que dota de un estatuto jurídico a los animales diferente al de los bienes materiales, podría denunciarle por el trato que ha obligado a aguantar al pobre animal. Ahora han pasado a ser, por fin y por ley, uno más de la familia.
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