El cuento de nunca acabar
Una madre visiblemente enfadada porque su hija de cuatro años se ha contagiado del covid en una visita escolar en Gijón, donde con el consentimiento de su directora "para no crear alarma", no todos los niños han respetado las normas, me ha confesado su convencimiento de que las autoridades pretenden el contagio generalizado.
Respeto la preocupación y la ira de esta madre, pero no puedo compartir que hoy tenga razón de ser una medida que tal vez en el principio de la pandemia hubiera sido acertada... aunque, rizando el rizo, no habría que descartar el que las élites prefieran que la vacuna no funcione bien, su protección dure solo seis, cuatro o dos meses y los contagios sigan.
¿Conspiramos? Lo que realmente estarían consiguiendo es una especie de "pasaportes de vacunas" para siempre, como una suscripción permanente a Netflix o Movistar, así que desde esa perspectiva es ideal si la vacuna no funciona muy bien, o por mucho tiempo, y siguen los contagios.
Cronifican de este modo el problema, obligándonos a recibir "refuerzos" cada cuatro o seis meses, solo para poder participar en la sociedad de cualquier manera. Maquiavélico, sí, pero rentable.
Francotiradores de la palabra convenientemente subvencionados fomentarán el envío de duendes, demonios, brujas, zombis, orcos y otras criaturas desagradables de puerta en puerta, para desviar la atención y excitar a la gente en contra de los cuatro que queden por vacunarse.
Legiones de muertos vivientes, con el cerebro lavado, deambularán por los callejones gritando "¡muerte a los insurrectos!", así que abastecerse de balas de plata, crucifijos y estacas de madera, o lo que sea que funcione mejor contra estos monstruos.
En España, a nuestro vecino supremacista vacunado le gustaría ver a los indigentes no vacunados reducidos por el Estado a una lucha tipo "Juegos del hambre" para sobrevivir, confinados, esperando hasta que oscurezca para buscar desechos en los contenedores, pero la gente está superando el caótico miedo inicial al virus y espera acontecimientos.
No tengo hijos pequeños de quienes preocuparme, pero sí estoy expectante ante la previsible reacción de los padres por proteger a sus retoños cuando las autoridades impongan vacunar a sus hijos bebés.
Saludos cordiales
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