¿Existir es vivir?
Vivo sin vivir en mí... sí, pero no porque no tenga el alma llena de motivos para darle gracias a Dios por todo lo que me ha dado, por su misericordia, por ser un Padre y un amigo para mí y por la fuerza que me transmite, pero... vivo sin vivir en mí, porque vivo dentro de este estado de cosas tan extraño, no solo un planeta que está muriendo sino un presente que se deshumaniza un poco más cada día casi sin darnos cuenta, y que en su girar sobre sí mismo nos atrapa en su fuerza centrífuga para disolver contra su eje descarnado cualquier ánimo regenerativo. No importa el ciudadano-alma, el que tiene necesidad de seguridad, de orden, de gobierno, de justicia y de amor; priman intereses particulares o partidistas por encima del bien común. No importa el daño moral, importa el rédito, aunque signifique atacar al contrario como si fuera el enemigo.
Ese ejemplo del triunfo del egoísmo o del despotismo que se promociona a diario va calando en las nuevas generaciones. Importa el yo siempre por encima del otro, aunque el otro sea aquella que dijiste amar, para tan solo someterla a tu única y devastadora voluntad. Estoy harto de crímenes a los que se va acostumbrando este... extraño estado de cosas. Desde el terrorismo, el dominio de cualquier poder con o sin razón, la traición al Estado, o los setenta millones de refugiados, al abuso y asesinato de mujeres y niños. ¿Qué puedo hacer?... nada, sufrir, gritar de vez en cuando, clamar en el desierto.
"Para eso están las religiones", estaréis pensando algunos, ¡ya!, ¿las multinacionales de la religión profesional dependientes y sostenidas por el sistema?, ¿el rito místico envuelto en tradiciones paganas?. No gracias, el alma pide salir del estado de cosas de este mundo, no mantenerse en él hasta adormecer cualquier sentimiento de responsabilidad, o lo que nos quede de conciencia. Pero sí es verdad que podemos acudir a Dios, él es el Soberano del universo, y a él tampoco le gusta este estado de cosas, este sistema dirigido por el hombre, y así lo dice: "Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por lo tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se está haciendo enemigo de Dios" (Santiago 4:4). ¿Nos imaginamos un mundo entre conciencias responsables, generosas, comprometidas con la justicia y el amor?, eso sería vivir. (Pro. 2:20-22)
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