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El libro de Vallina en Avilés

9 de Diciembre del 2021 - Javier Arjona (Siero)

Nos estrenamos, con el concejal Agustín, acompañando la presentación del libro de Vallina en la Casa de Cultura de Avilés.

Cuenta Juan Luis que del acumulado y ordenado montón de documentos de su propio quehacer como activista, y en tiempos de pandemia y de menor intensidad movilizativa, realizó esta nueva tarea de contar su vida, no la personal, sino la de sus etapas militantes, desde los orígenes de su familia, la migración a Alemania por largos años, el regreso al Oviedo posfranquista, el traslado a Llanera tras la muerte de su compañera Esperanza, y otros 10 años que lleva en territorio sierense.

Y lo trasladó a un libro autoeditado que cuenta con el prólogo de Benigno Delmiro, catedrático de Literatura, que había nacido en el mismo lugar, a pocos metros de donde naciera Gaspar García Laviana (el “Che asturiano”, cuyo aniversario 43 se conmemora esta semana) y que moriría en Nicaragua combatiendo a la dictadura de los Somoza: Nicaragua sería una de las geografías políticas a las que Vallina dedicaría intensidad militante, tal vez en el grado mayor cuando se lanzó la heroica campaña del Barco por la Paz.

Recordamos que cuando conocimos a Vallina pensamos por un tiempo que era profesor, ya que le habíamos visto en las masivas fiestas del PCA en el Pueblu d’Asturies encargarse de la guajería, en el kinder-guardería que allí se montaba en aquellos años de fervor posdictadura, y que estaba relacionado directamente con el bagaje que traía de Alemania y con la participación directa en el movimiento vecinal y asociativo del barrio donde su hija e hijo iban al colegio público.

Se presenta Vallina como un hombre de tropa, y le contradecimos en cuanto a que en diversas etapas de su militancia y compromiso el “grado” es muy superior, incluso hasta el de comandante, que si se sigue la terminología de la insurgencia latinoamericana, está en la escala superior. Otra cosa es que la humildad de Vallina y la ausencia de ambición a ostentar cargos le hayan llevado a no aspirar a responsabilidades que otras personas en sus organizaciones, con mucha menor valía militante, hayan estado y están ocupando, con frecuencia de forma inapropiada.

Relata el autor del libro otra etapa fértil del activismo político, en el área de paz y solidaridad de IU, que llegó a ser muy numerosa y activa en cuanto a las propuestas y acciones elaboradas, llegando a tener revista colectiva propia, el “Clamor”, con un premio “Nelson Mandela” otorgado a figuras varias del internacionalismo, y cuyo último destino fue en el corazón de Sudamérica, siendo entregado en mano por El Pole, cuando fue a visitar a su hija en Brasil y pasó por el Estado Plurinacional de Bolivia haciendo entrega al entonces recién electo presidente Evo Morales Aima.

En ese campo del internacionalismo solidario al que Vallina dedicó tantas energías (“porque me sentía cómodo en la solidaridad internacional”) tal vez el que más tiempo y acciones le llevó sea el del Sahara. Contribuyó a crear lo que primero se llamó asociación de cooperación con los países del Magreb, luego asociación de amigos del Sahara, y después asociación de Solidaridad con el pueblo saharaui.

Y fue el alma y coordinador de la misma durante casi dos décadas: su taller de mecánica en Lugones se convirtió en almacén de materiales rumbo al Sahara, de donde salían los camiones con leche en polvo, medicinas y a veces otros utensilios no siempre útiles en los campos de refugiados de Tinduf.

Una inmensa y continuada acción de solidaridad entre pueblos, que en el caso de la presentación del libro en Avilés se llevaba buena parte del coloquio, no en vano el concejal Agustín formó parte también de aquella militancia solidaria del acompañamiento fraterno a las hijas e hijos de las nubes.

Faceta menos conocida de Vallina es la de adiestrador de perros. Tenía un hermoso pastor alemán en el taller, participaba en grupos de rescate con varias acciones directas muy significativas en varios accidentes ocurridos en Asturias, y en esa tesitura cuando su grupo recibía las felicitaciones del entonces Príncipe Felipe, y no sabiendo sus compañeras/os cómo se saluda a un personaje de la monarquía, Vallina salía con aquello de “qué hay, chaval”, y a la pregunta de si mordía, “solo cuando cierran la boca".

Con amplitud recoge Vallina en el libro la etapa que le llevó a crear movimiento vecinal en Llanera, lo que repercutiría en llegar al Ayuntamiento como edil, confrontándose cotidianamente con la actitud hostil, antidemocrática y perversa del entonces alcalde del PP con mayoría absoluta.

Diversas peripecias, innumerables iniciativas fueron trasladadas hasta el Ayuntamiento, buena parte de ellas ninguneadas (en vez de aprovechadas en favor del vecindario) por el citado primer edil, que en ocasiones llevó a ostentar su manejo de lo político con evidentes signos de embriaguez. Embriaguez de poder, ebriedad o borrachera de control del Ayuntamiento, bien pudiera achacársela también al actual alcalde de Siero, lugar de residencia actual de Vallina, uno de los impulsores en los últimos años de la Solidaridad institucional, truncada y herida de muerte por el primer edil sierense, simplemente porque le da la real gana, pese a los intentos “suaves” y constructivos de Vallina y su gente de “platicar” tan contradictorio y contraproducente asunto, con el propio equipo superior de Barbón, que hasta ahora ha pasado del tema y le da vara ancha a Cepi para seguir dilapidando la rica historia de cooperación escrita con mucha participación en el cuarto Ayuntamiento de Asturias.

Ahora que llegan los días en que volverá a hablar de Derechos Humanos por el día internacional, se volverá de nuevo a comprender la perversidad de la medida personalista en Siero, al decretar la eliminación del premio de Derechos Humanos, o al hacer retroceder al Ayuntamiento 25 años, al decretarse también cero euros para las activas políticas de cooperación internacional, en cuya defensa Vallina dedicó buena parte de su vida militante.

La defensa de la Vida, la consecuente defensa de los DD HH, forma parte de la militancia de la que se cuentan episodios en este libro, escrito por un obrero activista, sensible a las violaciones de derechos humanos, trabajando por las alternativas de solidaridad con procesos y expectativas de cambios y transformaciones, por las que siempre luchó Vallina y lo seguirá haciendo.

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