¿Desde cuándo nos hemos vuelto unos inconformistas?
¿Desde cuándo las Navidades se han convertido en una guía de viajes, en un cúmulo de regalos sin ton ni son y en intentar ocupar cada segundo de tiempo libre?
Me gustaría hacer esta reflexión sobre lo que estoy viendo día tras día en las redes sociales. No importa si es una cuenta con pocos “followers” o toda una “influencer”. La esencia es la misma. Pocos días llevamos de diciembre y parece que cada día vaya a más, cada día se tenga que superar al anterior tanto en lo material como en lo emocional. La cuenta atrás para Navidad parece una maratón de cosas por hacer, viajes, lugares que visitar, experiencias que probar, regalos que abrir... Pero, me gustaría parar para reflexionar y preguntarnos realmente qué les estamos enseñando a los niños y niñas. ¿Que tenemos que hacer cada día más cosas? ¿Que mañana tiene que ser mejor que hoy? ¿Que si no hacemos mil cosas no seremos felices? ¿Que siempre queremos más y más? ¿Que no importa el valor de las cosas?...
La nueva “adquisición” de este año en las redes sociales ha sido “Elf on the shelf”. Yo particularmente no lo conocía y creo que mucha gente que este año alardea de usarlo y lo “bien” que se lo pasan sus hijos con él, tampoco. Consiste en un muñeco de elfo que los padres por la noche ponen en un lugar diferente de la casa haciendo una trastada, para que cuando los niños se levanten a la mañana siguiente lo busquen y vean lo que ha estado haciendo esa noche. En un principio, esta idea estaría bien. Pero, la otra cara de la moneda es que a los niños se les dice que ese elfo los está vigilando durante todo el día para ver cómo se portan y así hacer de ayudante a Papá Noel...
Me parece que de una idea base hemos creado toda una historia que día a día va a más, que no nos conformamos con tener el elfo en una estantería, sino que tiene que traer algo más, hacer una cosa diferente. ¿Y por qué? Porque nos estamos criando inconformistas, que siempre quieren más y lo quieren ya. Estamos creando niños con baja tolerancia a la frustración y que si no tienen algo en este momento están tristes y enfadados con el mundo. Sin hablar del componente que es para los niños saber que están siendo observados en todo momento para conseguir algo material. ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo nos sentiríamos los adultos si nos hicieran lo mismo?
Otra de las ideas de Navidad que se están llevando a cabo ahora mismo es el calendario de adviento. Pero no como tradicionalmente lo conocemos, con chocolatinas, sino, con experiencias. ¿Perdona? ¿Experiencias para niños? Sí. Cada día, los niños tienen que abrir la casilla del día y ese día es una experiencia diferente, por ejemplo, ir a esquiar, ir a un centro comercial, hacer un bizcocho, ir a este sitio, ir a este otro... ¿En qué momento hemos cambiado una chocolatina por una experiencia? Si empezamos a educarlos a este nivel, cuando tengan 10 años más ya no tendremos qué ofrecerles. Si todos los días son “fiesta”, ¿qué tienen de especial los días señalados? Si hoy tenemos que hacer más que ayer, ¿hasta dónde vamos a llegar?
En mi humilde opinión, creo que los adultos nos estamos comportando mucho peor que los niños. Nos ponemos a su altura, pero no para comprenderlos, sino para hacer lo que queremos en cada momento sin importar el cómo, ni el cuánto ni nada. Queremos algo y lo queremos ya.
Me gustaría acabar con una reflexión, que es la que me surge cada vez que veo algo de este calibre. ¿Realmente esos planes les gustarían a los niños o a nosotros como adultos? Porque creo que estamos perdiendo el norte y desenfocando lo verdaderamente importante, que es educar en unos valores y aprender a tolerar la frustración. Pero claro, luego les “reñimos” cuando no valoran lo que tienen sin hacer autocrítica y ver qué estamos haciendo mal los adultos.
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