¿Nuevas medidas contra el tabaco?
Hace unos días nos preguntábamos: ¿tendrán los yonkis libre albedrío? Esta era una pregunta que se respondía sola. Ahora vamos a lanzar esta otra, no con ánimo de zaherir, sino de concienciar del problema: ¿tendrán los fumadores libre albedrío? Obviamente no es tan adictivo el tabaco como la heroína, la cocaína y las nuevas drogas duras de diseño, pero todos conocemos a personas que, a pesar de que el médico les dijo que o dejaban el pitillo o se morían, siguieron fumando y se murieron; así que el tabaco engancha, y mucho. El Ministerio de Sanidad ha adelantado que piensa prohibir fumar en las terrazas de los bares, las playas y en el interior de los coches, estas medidas ya funcionan en otros países desde hace años y van claramente en el sentido de proteger a los no fumadores y al entorno más que destinadas a desenganchar a los fumadores de su adición, como las prohibiciones anteriores. Que las prohibiciones anteriores no sirvieron de mucho para disminuir el consumo de tabaco es obvio, porque el año pasado hubo en nuestro país 68.000 muertos por tabaquismo, más que nunca, y los jóvenes empiezan a fumar cada vez a edades más tempranas, pero sí sirvieron para que los no fumadores pudieran comer en un restaurante o tomar una copa en un bar sin intoxicarse. Las nuevas prohibiciones van a servir para, por ejemplo, que no haya colillas en las playas enterradas en la arena (una sola colilla puede contaminar entre 50 y 150 litros de agua), para que se puede tomar algo en las terrazas de los bares sin que te echen el humo encima y, lo que es más importante, para evitar accidentes al volante y que los acompañantes de los no fumadores, a veces sus propios hijos, no tengan que respirar el humo del tabaco en un habitáculo tan pequeño, a veces hasta cerrado. Si a esto añadimos la cantidad de incendios forestales que se van a evitar, pues muchos fumadores añaden a su adicción su inconsciencia en otros asuntos y tiran colillas encendidas por la ventanilla, pues, miel sobre hojuelas. Otra cosa es la subida de impuestos al tabaco, que también ha adelantado el Gobierno, bajo la coartada de trabajar para que baje el consumo. Si somos consecuentes con lo que hemos insinuado, es decir, que la adicción de los fumadores pone en serio entredicho su libre albedrío, eso también sirve como argumento para desmontar que la subida de impuestos al tabaco va a tener incidencia sobre el consumo. Los fumadores seguirán fumando igualmente, aunque el tabaco sea más caro, y los que tengan poco poder adquisitivo detraerán ese dinero de otros gastos, no digo incluso de cuáles porque mi intención no es hacerles daño ¡Cuidado! porque el cigarrillo electrónico ha sido uno de los regalos estrella en las pasadas Navidades y algunos de los “agraciados” ya me han contado los beneficios que reporta, aunque no se puede usar en los lugares públicos donde está prohibido fumar, ni se va a poder usar en los nuevos espacios sin humo, ni van a vivir ni un día más, al contrario, merced a las falsas bondades del aparato. Dicen que es mucho menos dañino que el cigarrillo convencional, porque, al no llevar papel, no contiene alquitrán, pero la verdad es que, además de agua destilada y nicotina, el líquido que se usa como carga lleva glicerina vegetal y productos como el profilenglicol y nitrosaminas, que calentados a altas temperaturas, son muy cancerígenos, también suele llevar dietilenglicol, un compuesto que se usa como anticongelante en los coches y que también es muy perjudicial para la salud al ser ingerido. Si se prohibieran los aditivos, que se añaden para provocar mayor adicción, al tabaco sería un gran paso adelante para erradicar esta enfermedad, pero el verdadero paso adelante, que se acabará dando, será la prohibición de la fabricación y consumo de tabaco, Nueva Zelanda ya está dando pasos inequívocos en ese sentido. Que los gastos médicos ya son mayores que los impuestos que se recaudan no es asunto baladí.
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