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Gracias a la grúa municipal (mejor dicho, al gruista de la grúa municipal)

11 de Diciembre del 2021 - Jesús Manuel Fernández Fernández (Oviedo)

Sucedió hacia las 21 horas del pasado jueves 9 de diciembre, en la calle Rector Leopoldo Alas Hijo –subes por Fuertes Acevedo y después de pasar el tramo que está frente a la plaza de toros, es la primera calle a la derecha–, es una calle más bien estrecha, de pendiente pronunciada, por ahí se coge también un atajo para llegar campo a través al Nuevo Carlos Tartiere. Hacia la mitad de la calle hay una pequeña isleta de hierba, abordillada, que hace como punto de distribución, a la izquierda para ir hacia Olivares, a la derecha para seguir por la misma calle de bajada. Mi intención era ir a la izquierda, quise hacer un giro suave, abierto, para suavizar evitando un giro cerrado en una tramo con mucha pendiente; no vi la isleta ni su bordillo y una rueda de mi coche pasó por encima del bordillo y quedó atrapada en la hierba, había que salir marcha atrás, pero fue imposible, la rueda patinaba. Hacia adelante tampoco se podía seguir, porque podías volcar, a causa de la pendiente, o precipitarte contra unas casas que hay frente a la isleta. No tuve más remedio que pedir ayuda a través del seguro, que envió una grúa para que me rescatase. El gruista comentó que podía enganchar el coche por atrás y tirar, pero que seguramente causaría daños al vehículo, que lo ideal era subir un poco el coche por delante, con la plataforma de la grúa y luego sacarlo marcha atrás, pero que no podía hacerlo porque no tenía espacio para poner la grúa porque en el sitio donde tenía que ponerla había dos vehículos mal aparcados, en línea continua e invadiendo parte del carril de circulación. Me dijo que había que llamar a la grúa municipal para que quitasen esos vehículos, y así lo hice. La grúa llegó pronto, pero el agente de la Policía Local que vino con ella no era partidario de mover los vehículos mal estacionados, consideraba que con ello me prestaba un servicio que no debía prestarme, porque yo había causado el accidente y era el responsable y tenía que afrontar los daños que sacar el vehículo de allí me supusiese, entendiendo el agente que el vehículo debía sacarse tirando desde atrás. Dejando aparte la cuestión sobre la responsabilidad del accidente, porque la isleta no es visible desde un turismo que baje por la calle y gire a la izquierda, me chocó que el agente no tuviese en cuenta que los vehículos estaban aparcados sobre línea continua e invadían el carril de circulación. El motivo de esta carta, sin embargo, no es criticar la decisión del agente ni ponerla en cuestión, yo llamé a la grúa municipal creyendo que los vehículos estaban en una situación en la que dicho servicio debía intervenir, ciertamente el motivo principal fue que me beneficiaba que retirasen los vehículos, y admito que quizá me equivoqué al llamar y que pudiera no estar justificada la intervención de la grúa municipal para facilitar el rescate de un vehículo que quedó atrapado en una isleta, aunque los dos vehículos que impedían el rescate estuvieran aparcados sobre una línea continua y en zona de tránsito. Al final el conductor de uno de los vehículos, ante la llegada del la grúa municipal, las luces de emergencia, el murmullo que sin duda el suceso levantó, se dio cuenta de la situación y fue a mover su coche. Ello permitió a la grúa de rescate colocarse con distancia suficiente para soltar la plataforma y ponerla en disposición de levantar el coche atrapado, y aquí viene el motivo verdadero de esta carta: el empleado de la grúa municipal habló con su compañero, el de la grúa de rescate, le hizo alguna indicación e incluso empujó el vehículo para ayudar a que saliese de aquella trampa. Con el nerviosismo y la inquietud del momento se me olvidó darle las gracias, es la espina que tengo atravesada, el malestar que me quedó de todo lo sucedido; siento mucho no haber tenido el detalle de agradecerle personalmente al gruista de la grúa municipal de Oviedo la ayuda que me prestó, sin conocerme de nada y sin tener obligación de hacerlo, le ruego que me disculpe y le doy públicamente las gracias.

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