Con la huelga no se juega
La campaña de publicidad que el Ministerio de Consumo ha impulsado con el objetivo de erradicar los estereotipos sexistas y de concienciar en la igualdad y en la no discriminación por razón del sexo en lo que se refiere al tratamiento de los juguetes está generando una gran polémica en la sociedad y profundas discrepancias entre los comerciantes y los fabricantes, ya que para unos se trata de una iniciativa necesaria y conveniente y para otros es una manipulación más por los mensajes subliminales que encierra.
Se podrá estar o no de acuerdo con la mencionada campaña y con sus objetivos, pero de lo que no cabe duda es de que pocas veces una inversión pública, que en este caso, al parecer, asciende a poco más de ochenta mil euros, va a resultar más rentable, en función de la repercusión que está teniendo y que, valorada en términos cuantitativos, va a exceder en mucho su coste real.
Tampoco está muy claro que sea o no oportuno y acertado la llamada a una huelga de juguetes, que a algunos les ha parecido una manera original de llamar la atención ante este hecho diferencial, y otros lo han criticado por el uso superficial y frívolo de un concepto tan serio como es el de la huelga como vehículo de los trabajadores para reivindicar sus derechos.
Sea cual sea el resultado final de esta polémica, lo cierto es que ha logrado que se hable del Ministerio de Consumo, un servicio público del que no teníamos muchas noticias, por lo que es de esperar que en el futuro se anime a tener otro tipo de iniciativas de mayor alcance, como pudieran ser campañas orientadas a erradicar algunas prácticas consumistas, como pudiera ser la del juego, por poner solo un ejemplo, que hacen mucho daño y a las que no parece que preste excesiva atención.
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