Escándalo
Es un verdadero escándalo que nadie se escandalice, de hecho ni siquiera la palabra es ya de uso común, prácticamente ha quedado relegada a la extravagante canción de Rafael que aparece cada año por estas fechas; quizá para recordarnos las cosas nobles que hemos ido vendiendo los últimos cuarenta o cincuenta años a cambio de esta sociedad de plástico.
El escándalo no resulta tanto de las cosas que suceden, sino de la respuesta abúlica del pueblo o, mejor dicho, de la falta de respuesta, y eso convierte a la sociedad en connivente con el desafuero.
Si realmente el pueblo es soberano, entonces cabe esperar el cumplimiento de la ley. Por ejemplo: para que nadie pueda vender el Estado (Reino de España) por intereses partidistas ni de los otros, que además proteja la independencia de los jueces, que obligue a todos los funcionarios a funcionar y a atender al público, que ponga límites a la banca o a los laboratorios farmacéuticos, que apoye a la Policía si tiene que defendernos de los que matan mujeres, abusan de niños, viven de la droga o roban viviendas, dañan la propiedad ajena, o son un peligro para la para la seguridad. “Como no se ejecuta rápidamente la sentencia dictada contra una mala acción, el corazón de los hombres se envalentona para hacer el mal” (Eclesiastés 8:11).
Sería deseable un plan para sanear el comportamiento cívico del ciudadano, porque si realmente lo tuviésemos, el Estado, los políticos, las instituciones funcionarían como verdadero servicio a la sociedad. ¿Se puede consentir que el nonato no esté protegido, la mujer del canalla, el niño del abusón, o el fumador involuntario del cianuro, la casa del invasor, las caderas de los mayores de las mierdas de perro, o las farolas de sus orines?
Seguramente me preguntaríais: ¿cómo se protege a la mujer de la violencia machista? Pues educando en valores éticos, cívicos y personales al ciudadano-alma en la familia, como es nuestra obligación, y en la escuela, como obligación del Estado, ya que las religiones no parecen tener mucha influencia regeneradora. Ahora bien, si todo nos da igual, entonces cantemos alegremente, abrazados todos juntos como si la vida entera fuera una ópera bufa: ¡escándalo, es un escándalo...!
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