Santana, el mejor embajador de España
En una época muy sombría de nuestra reciente historia, Manolo Santana no solo fue capaz de imponerse en la catedral de Wimbledon, en el Abierto de Estados Unidos, dos veces en Roland Garros y de llegar a la cúspide como número uno del tenis mundial, sino que también logró situar a nuestro país en los corazones de los amantes de un deporte que, con él, adquirió una enorme dimensión.
Manolo, el gran Manolo Santana, un auténtico genio, un mago de la raqueta, querido y admirado por todos, un mito, un ejemplo de superación y de perseverancia, será siempre recordado y admirado, pero, sobre todo, servirá de ejemplo y de estímulo de lo mucho que puede significar el deporte en la vida. Un ejemplo que ha servido para que hoy el tenis español figure en los primeros lugares del ranking mundial, que ha dado y seguirá dando grandes estrellas, pero que siempre le tendrá como referente, como símbolo y como leyenda.
La permanente sonrisa, el talante, y el señorío que Manolo Santana paseó por el mundo le convirtieron en nuestro mejor embajador en unos años en los que la diplomacia española estaba en horas bajas.
Manolo nos emocionó y nos hizo vibrar, pero su pérdida nos ha hecho llorar.
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