Intríngulis
La RAE tiene la primera palabra.
Intríngulis. Coloquial. Dificultad o complicación que tiene una cosa.
Establecida su esencia, significar su intención o procedencia.
Dos ramas fundamentales, la que surge espontáneamente en nuestro devenir vivencial, y la que nosotros inventamos con variopintas intenciones. Algunas explicables y otras sin explicaciones.
Lo que es a mí, las explicables, pues oye, el hecho de que lo sean ya les quita su gracia. Todo lo contrario aquellas a las que yo no encuentro explicación, y más cuando se dan en una ciencia tan contundente como las matemáticas, por ejemplo.
Resolución del “cuadrado de la suma indicada de dos números”. “Es igual al cuadrado del primero más el cuadrado del segundo más el doble producto del primero por el segundo”. Literal, tal como lo aprendí.
Siempre me pregunté por qué este rollo, este “intríngulis”. Imagínense los números dos y tres. Apliquemos la propuesta. El cuadrado de 2, cuatro, más el cuadrado de 3, nueve, más el doble producto de 2 x 3, seis, el doble 12, más 9 más 4, total, 25.
Ahora con un simple razonamiento y la misma simplicidad de conocimiento.
Lo contenido en el paréntesis es una operación en sí misma. 2 más 3 cinco, al cuadrado, 25, y perro a cagar. De manera que ¿para qué coño toda esa retahíla, “intríngulis”, en los libros de texto? (al menos en los de mi tiempo, no sé ahora).
El ejemplo que acabo de poner ha acudido a mi memoria, junto con otro, que me ha llevado a ese otro tipo de intríngulis, más interesantes, los, al menos para mí, inexplicables.
Como ya he dicho en ocasiones anteriores, mi memoria, a día de hoy, es un queso de gruyere en el que los agujeros se han engullido la mayor parte del queso y, sin embargo, ahí están, desde hace la friolera de 68 años, el cuadrado de la suma indicada de dos números y esta otra cuestión que, aún hoy, puedo recitar literalmente.
Louis Pasteur, eminente sabio biólogo, químico francés, padre de la microbiología. Descubrió la vacuna contra la rabia, el carbunco y otras. Vivió 73 años. Fue uno de los principales bienhechores de la humanidad. Decía Pasteur: Sin la acción de los microbios, nuestra vida resultaría imposible, la acción de la muerte quedaría incompleta y la Tierra se convertiría en un inmenso cementerio cubierto de cadáveres sin descomponer.
Este es mi doble intríngulis de hoy. Qué hace que la memoria conserve según qué, y el que me ha planteado este recuerdo: Podría ser, pienso, que Pasteur, en el momento de considerar imposible nuestra vida sin microbios, estuviera pensando en el proceso natural de los seres vivos, pues así, a primera vista, el genocida Hitler, por ejemplo, eximía a los microbios de su labor y completaba la acción de la muerte con hornos crematorios. ¿Sería hoy vigente la consideración de Pasteur sobre los microbios?
Para la primera pregunta no me apetece buscar respuesta. Sobre todo, porque adivino el interminable rollo de quienes dicen saber sobre el asunto.
Para la segunda, siendo algo sobre lo que nunca me dio por especular, hoy me da por preguntar. Y a quién si no. Consulto.
Pues que el sabelotodo Internet, claro, así en un primer y muy somero vistazo, no se muestra tan contundente como podría creerse en la respuesta. Aunque bien es verdad que, abiertamente, se inclina por la visión, sin especulación alguna, del sabio francés.
De manera que los susodichos son una más de las tantas indeseables asquerosidades que te tienes que calar si no quieres cascar.
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