Un telonero de postín
Tiene mérito el optimismo incurable de don Enrique Stuyck, que consigue ver la botella medio llena aunque esté casi vacía. La audiencia de cuarenta minutos de Yolanda Díaz con el Papa la encuentra más que justificada por el hecho de “que ambos interlocutores han hablado, esencialmente, del cambio climático y del derecho a un trabajo decente” (LNE del 12 de los corrientes). Desde luego, a la vista del temario que Sánchez consiguió desplegar en su encuentro con Biden, de refilón en un pasillo, en cuarenta minutos Yolanda le pudo haber contado al Papa el “Decamerón” o, incluso, “Las mil y una noches” una por una.
Alguna conexión se puede descubrir entre el cambio climático y el trabajo decente con la España envejecida y la España despoblada. Por eso echo de ver en el temario desarrollado por Yolanda con el Papa el derecho del concebido a una gestación segura y a un alumbramiento asegurado. La Vicepresidenta salió hablando con unción de su encuentro con “el Santo Padre”. La santidad del padre implica la defensa de lo más sagrado: el derecho a la vida, condición de posibilidad de los demás derechos. ¿O es que para defender “el derecho a un trabajo decente” hay que esperar a que la gente se afilie a Comisiones o a UGT?
Coincido con la conclusión del señor Stuyck: “Sea cual sea la verdadera razón de la visita de Yolanda al Vaticano, lo que ha quedado claro es que la Vicepresidenta...” ha conseguido involucrar en su campaña a un telonero de postín (casi sobrenatural). Vistos los antecedentes, esta audiencia desprende un tufillo “non sancto” a peronismo: la Eva Duarte original fue recibida por Pío XII en el 47 durante 20 minuto; la Evita actual, Cristina Kirchner, constituye una rival dura de pelar para Yolanda: fue recibida por Bergoglio en siete ocasiones; en una de ellas compartieron mesa y mantel; no es de extrañar que la Kirchner, pasándose un pelín, presuma de tutear al Papa. Por lo demás, si el Santo Padre le regaló a nuestra dama el consabido rosario, “nihil obstat” que lo vaya rezando.
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