En recuerdo a don Luis Fernández-Vega
El día 23 de agosto hice un recorrido por la información ofrecida en el diario LA NUEVA ESPAÑA sobre el funeral al oftalmólogo ovetense don Luis Fernández- Vega y sus cualidades humanas.
Debo unirme a dicha información, con el pesar de no haber podido (por enfermedad) asistir a dicho funeral.
Amigo que fue de mi padre, al cual atendió en su imparable ceguera hasta su fallecimiento.
Su humanidad y sentido del honor y de la amistad llegaron, a pesar de sus múltiples ocupaciones, a atenderle solamente para ayudarle a conservar una pequeña ilusión en su total ceguera.
Todos los meses acudíamos a su consulta y mi padre le decía ¿sabe, don Luis, que cuando vengo a la consulta parece que veo a lo lejos un poco de niebla?
Yo, que sabía el poco tiempo que tenía don Luis, le decía ¿para qué volver si no hay arreglo?, y don Luis me contestaba, ¡por favor, tráeme todos los meses a tu padre! De ninguna manera puedo dejarle sin esa pequeña esperanza.
Por ello creo que si hay Dios, don Luis estará descansando en la paz de su gloria.
Esta ilusión que transmitió a mi padre durante cinco años jamás la olvidaré. La humildad de don Luis Fernández-Vega fue exacta a la célebre frase que nos dejó.
Helvetius dice: La humanidad es la única virtud verdaderamente sublime del hombre.
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