¿Por qué soy cristiano?
Ser cristiano es ser seguidor de Jesús de Nazareth, Dios hecho hombre y persona divina, maestro en sabiduría y enseñanzas evangélicas. Los cristianos somos plurales y siempre corremos el riesgo de plantear una “causa general” apocalíptica contra el mundo que nos ha tocado vivir con gozo, comprender y padecer. Una de las características del cristiano debería ser la alegría esperanzada, el buen ánimo expansivo, que reposa en la confianza en Dios, Alfa y Omega. Frente a fanatismos cerrados y una concepción de la Iglesia puramente institucional, ser cristiano es dar preferencia al mensaje del amor inclusivo y la solidaridad. A lo que trae paz.
El amor de Jesús, en un mundo cada más exclusivista o atomizado por tribalismos y airados grupos que dicen no compartir nada en común, supone “ser para muchos” (Marcos, 14, 24). Evangelio significa “Buena Nueva” y afirma la primacía del Reino de Dios, viendo a las personas como un todo, no a través solo del origen, clase social, raza o color, nacionalidad, lengua, opinión, ideología o cualquier otra circunstancia personal o social. El Reino de Dios es identificarse con la palabra de Jesús, dirigida a todas las personas de buena voluntad y a los pobres. Al pueblo de las zonas más rurales o apartadas, mujeres, los leprosos, enfermos graves y discapacitados, los endemoniados, los publicanos, los pecadores todos. Tener fe es gracia fortalecedora. La fe debe vivirse comunitariamente, junto al compromiso vital, sin caer en agresivos activismos políticos. En una sociedad muy egoísta, de la indiferencia y el descarte, donde “el principio de realidad” ha sido sustituido por lo virtual y nuestro “avatar” de las redes sociales, seamos toque humano frente al pragmatismo a ultranza. Parábola de los Talentos. Voz de los débiles, fraternidad, solidaridad. Tranquilidad de ánimo y serenidad. Positiva esperanza. Solución frente al nihilismo, la angustia vital, el desprecio a la dignidad humana. Conversión. Liberación interior de todas las esclavitudes y pecados capitales que nos oprimen. Retorno al manantial más límpido y eterno de agua viva y abundante. La humanización también debería ser punto preferente en la agenda política, siempre. Pax et Salus. Muy Feliz Navidad.
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