Este mundo tan poco sensual
Este mundo tan poco sensual no pudo aliviar mi sensación de que la raza humana es egoísta por naturaleza; es por esto que considero que la única enfermedad paradójica es la estupidez humana, que no afecta al enfermo, sino a los que lo rodean. En este mundo tan poco sensual, todo el planeta ha resonado en la misma frecuencia emocional con este caos universal muy doloroso. Pero aun así sigue habiendo gente que pareciera que vive en un mundo paralelo; escéptico ante la realidad de que hubo un cambio en la visión global. Que un virus ha irrumpido en nuestras vidas para poner a prueba nuestra esencia como seres sociales.
En este mundo tan poco sensual, a pesar de que el cambio de visión nos ha dejado con el espíritu cansado, las ilusiones suspendidas y la moral en bancarrota, sigue habiendo gente que no ha entendido que vacunarse es una obligación colectiva como pieza activa de una sociedad, no una opción personal. Este comportamiento recalcitrante de cierta minoría me genera un profundo dolor puesto que he perdido seres queridos a causa de esta maldita pandemia.
En este mundo tan poco sensual me cuesta comulgar con la idea de que todavía haya gente “infectada por la ignorancia”; luego del desbarajuste mundial que hemos sufrido todos (confinamiento, restricciones, mascarillas, fallecidos, trastornos mentales y psicológicos), sin enumerar las infinidades de consecuencias colaterales a las que nos ha conducido este caos universal.
En este mundo tan poco sensual sigo sin dar crédito que haya gente metida en un pantano narcisista, sin entender que estamos ligados al destino colectivo, que esta pandemia nos ha dejado desnudos y frágiles buscando un soplo de esperanza y manteniendo la ilusión de que la vacuna es la luz al final de un túnel que pareciera no tener fin.
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