Encerrona en la estación de autobuses de Oviedo
Me dirijo a este periódico para poner en conocimiento de todo el mundo lo que me ocurrió recientemente en Oviedo.
Conduje mi vehículo hasta la estación de autobuses para acompañar a mi hija, que debía viajar a Madrid, donde cursa sus estudios. Llegamos un poco justas a la estación, pues debido a las obras de la autopista y límites de velocidad calculé mal el tiempo. Al llegar, mi hija me dijo que necesitaba ir al servicio antes de subir al autobús, ya que son cinco horas de viaje y no siempre hace parada. La zona de carga y descarga estaba llena y paré en la zona de taxis, a la altura de la señal; no me fijé, la verdad, que dicha señal indica “tres aparcamientos hacia atrás”.
Debido a la necesidad de mi hija, bajé con ella para que no marchara el autobús mientras estaba en el baño. Llegó del servicio y la dejé en la cola dirigiéndome a mi coche. Al llegar al vehículo, un taxista estaba en doble fila, me apresuré quitándome el abrigo y paraguas para marchar cuanto antes y cederle el sitio. Subí, arranqué mi coche y el taxi no se movía. Le miré varias veces para señalarle que marchaba, pero no me miraba. Interpreté que estaba distraído con el teléfono móvil y decidí esperar.
Cuál fue mi sorpresa cuando veo llegar un coche de Policía. En ese momento el taxista avanza y aparca más adelante; dentro de la zona reservada para taxis. Uno de los agentes de Policía se dirigió a mí para pedirme la documentación. A continuación, llegó un segundo vehículo de la Policía; fue uno de los agentes que lo ocupaban quien me puso la sanción. Le expliqué al agente lo sucedido, que no llevaba allí ni cinco minutos, pero que un taxista me bloqueó la salida impidiéndome marchar antes de que llegaran ellos. El agente me escuchó y aconsejó que utilizara el parking en sucesivas ocasiones.
Mi queja e indignación no es por la sanción impuesta, estaba mal aparcada y me la merecía; tampoco por la llamada que hizo el taxista a la Policía, está en su derecho. Mi queja es hacia ese señor taxista que bloqueó mi coche deliberadamente para dar tiempo a los agentes de la Policía Municipal a llegar antes que pudiera marchar, y así asegurarse de que yo era sancionada.
En aquel momento no sabía, y el agente tampoco me informó, de que tenía derecho a denunciarlo por bloqueo, obstrucción y coacción, por lo que no le cogí la matrícula para identificarlo. Dado que la Policía en un país democrático como es este está también para informar y proteger los derechos del ciudadano, pienso que algún agente debería haberme ofrecido la posibilidad de denunciarlo in situ.
Con este escrito quiero que sepan que este señor taxista tiene su plaza en la parada de autobuses de Oviedo, y que probablemente no sea la primera ni la última vez que actúe como hizo conmigo. Que si se ven en mi lugar lo denuncien, pues tengo entendido que la sanción que pagaría él es bastante superior a la que pagamos los incautos que aparcamos mal durante unos minutos. Se lo tendría merecido por actuar con maldad.
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