Almudena Grandes, in memoriam
Te has ido en la plenitud de la vida, dejando sin concluir muchísimos proyectos, me supongo, víctima de una enfermedad galopante que barrunto tendría su origen en el tabaquismo, como a tantos y tantas, y que yo no soy capaz de comprender cómo, siendo sabedores de sus efectos, pueden vivir envueltos en volutas.
Se nos fue Almudena Grandes (Grande en plural) y aquí quedan los pigmeos de cierta formación política que le niegan el título de hija predilecta de su ciudad natal. Almudena no necesita dádivas ni de la derecha ni de las izquierdas. Ella ya ha entrado en la Historia por méritos propios, como insigne escritora y como persona excepcional. A vosotros, a esa jauría de indeseables, os llegará vuestro turno y nadie os propondrá ni tan siquiera para una placa callejera en Rodrigatos de la Obispalía, ni seréis recordados, o tal vez sí, pero si alguien os recuerda será para maldecir vuestra memoria y seguramente la de vuestros progenitores, mientras que a ti, Almudena, iremos viendo cómo infinidad de ciudades y pueblos de toda España rivalizarán por ofrecerte una placa en sus callejeros.
A propósito, nuestro alcalde, que anda metido en ese carajal con el cambio de placas, aquí tiene la gran oportunidad de dedicarle una, pero no en un pasadizo o en una calleja, sino en una avenida o calle de primer orden. Y nos preguntarán qué vinculación tenía con la ciudad de Clarín para tamaña distinción; pues bastante más que ese expresidente interino del Gobierno, gallego él, a quien pretenden dedicarle la de Calvo Sotelo en una maniobra tan grotesca y fuera de lugar que esperamos que los ediles de la izquierda no consientan ni tampoco aparezca ningún juececillo/a capaz de bendecirla. Lo que pretende el regidor, es dar satisfacción plena a la mayoría de vecinos, así como a ciertas entidades con sede en la calle, que seguiría siendo Calvo-Sotelo a secas -que tanto monta el tío como el sobrino- y de paso satisfacer su propio ego, y aquí paz y después gloria.
Querida Almudena, no encuentro las palabras adecuadas para el momento. Lo de descansa en paz es un anacronismo que ya hace muchísimos años que debería haberse desterrado. Te recordaremos con cariño por tu gran humanidad, y no me refiero a tu robusta constitución física, y por tu eximio legado literario. Y por el mismo te recordarán igualmente las generaciones venideras.
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