El privilegio de caminar tranquila
Cuando salgo del trabajo me gusta volver andando a casa. Después de tantas horas encerrada, ese rato, en el que tomo aire fresco y puedo dedicarme a mis pensamientos, me recarga de energía. Pero pocas veces puedo disfrutarlo como me gustaría (y creo que merezco). Seguro que muchas mujeres coinciden conmigo cuando hablo de la tensión que siento, por el mero hecho de ser mujer, al pasear por la calle. Una tensión causada por el acoso en forma de miradas y comentarios de algunos hombres y que me lleva a preguntarme cómo debe ser caminar por la calle sin miradas y sin comentarios. Ojalá poder disfrutar de ese privilegio.
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