Ande ande ande, la marimorena
El salón está lleno de gente, el árbol navideño preside la estancia y la gente charla animadamente.
-¡Teodoro! Te tengo dicho que eso no se hace en casa.
Y es que el travieso Teodoro, acostumbraba a demostrar a las visitas su destreza escupiendo huesos de aceituna, y ello disgustaba sobremanera a Esperanza, la condesa.
Viendo la escena y sentadas en un mullido sillón departían amistosamente Cayetana e Isabel, que no desaprovecharon la ocasión para hablar de Teodoro.
-Es un "pelotas", todo el tiempo haciéndole la coba a Pablo- decía Cayetana.
-¿Qué me vas a decir a mí? ¿No sabes que nos prohibió reunirnos con los colegas a cuenta de la pandemia?- le contestó Isabel- ¡A mí! ¿Te das cuenta? Después de todo lo que llevo haciendo por él.
-Es que Pablo te tiene ojeriza, es un "queda bien" de libro, un camaleón en toda regla- apostillaba Cayetana, pero no te comas la cabeza, tía... me voy a por otra cerveza ¿Quieres una?
-Venga va ¡libertad para beber!
Pablo, que no perdía de vista a sus dos amigas, sostenía una tensa conversación con Santiago, quien no paraba de refunfuñar y gesticular.
-¿Te creías que me iba a quedar atrás porque te fueras a ver con Mario?
-Ya sé que estuviste con Jair, pero es que yo con gente radical no trato ¿Me entiendes?
-Tu problema, Pablo, no soy yo, eres tú...
-¿De qué me suena eso?- dijo Pablo
-Tú sabrás- capituló Santiago.
Los mayores conversan copa en mano, puro humeante, y José María, muy risueño, parecía estar contando algo muy gracioso:
-Entonces le dije: pero usted ¿Cómo se llama? Andrés Manuel López Obrador, claro, Andrés por parte de los aztecas, Manuel por parte de los mayas, López es una mezcla de aztecas y mayas... y Obrador, de Santander.
Algunos de los presentes no cogían la gracia, y es que cuando se trataba de monólogos, el hacha del grupo era Mariano. Todos le invitaban a sacarse alguna de esas maravillosas frases, y aunque le costaba arrancarse, nunca defraudaba.
-Mirad, "Lo más importante que se puede hacer por vosotros es lo que vosotros podáis hacer por vosotros" porque "Una cosa es ser solidario y otra cosa es serlo a cambio de nada", y es que "Somos sentimientos y tenemos seres humanos", entonces como "Un vaso es un vaso y un plato es un plato", no hay más que decir, por tanto "Fin de la cita".
Las carcajadas retumban en la sala, pero hay alguien que permanece solitario y taciturno, justo a la entrada del salón observando a todos los presentes. Se trata de Luís, hace un tiempo el ídolo de todos, que había caído en desgracia recientemente y mataba el tiempo mirando el móvil continuamente, como si estuviera esperando por algún mensaje. El caso es que cada vez que alguien entra en el salón, discretamente le entrega su sobre, el cual me imagino que se tratará de alguna recomendación, o quizás algún aguinaldo.
Todos permanecen charlando animadamente hasta que entra en escena el pequeño de la troupe, José Luís, con esa cara sonriente y aquellas gafas que le hicieron ganarse el apodo de "Milhouse" (por el amigo de Bart Simpson), llegaba corriendo y gritando:
-¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí!
Todos se vuelven hacia la entrada, bajo el dintel de la puerta aparece un anciano que camina renqueante, apoyado en dos muletas. Le guiña un ojo a Luís, que sigue en la puerta y le corresponde con otro guiño. Todos aplauden.
El anciano es recibido entre aplausos y vítores, todos quieren hacerse una foto con él, todos quieren saludarle, como si se tratara del viejo Papa Noel, lo acompañan hasta el sillón junto a la chimenea. Vuelve a saludar a todo el mundo inclinando su cabeza en muestra de agradecimiento, pero los presentes no dejan de aplaudir y vitorear... ¡Ay va! Si también están Pedro e Inés... me descuadra... con Inés sí que contaba, pero ¿Pedro?...
Se pide silencio, el anciano achacoso va a hablar.
-Me llena de orgullo y satisfacción...
En fin, si la corrupción fuera motivo de orgullo y satisfacción, entendería esa unión en torno a tan venerable anciano, pero como en mi casa somos humildes y trabajadores, creo que nos vamos a ahorrar epítetos y descalificaciones, porque al buen entendedor seguro que le sobran las palabras.
Felices fiestas a la buena gente y próspero año para quienes más lo necesitan.
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