Que reviente
Lo digo una vez más, soy del Real Madrid. Tengo el proveedor de cable de la tele que pasa los partidos del Real Madrid y, cuando me he cambiado ha sido porque ha dejado de pasarlos. Bueno, pues será contradictorio, pero cuando el Madrid entró en aquella racha nefasta que, cada finde, ratificaba, yo deseaba, fervientemente, que le metieran no menos de cuatro, cinco cero en cada partido.
A ver si así reventaba de una jodida vez. Pues no me cabía duda su condición de, caeré en el lugar común, ave Fenix. Por lo que, cuanto primero fenecido, primero renacido.
Soy de España y, sin embargo, me niego totalmente a seguir los "partidos" de sus partidos. Lo único que de ella, de España, me interesa, es su clasificación en la tabla. Y la veo cada vez más abajo. Y sigue y sigue cayendo. ¡Coño! ¡Que reviente de una jodida vez!
Que, para empezar, recupere su jugador más importante en la liga política. Su jugador decisivo, aún más importante que Di Stéfano para el Madrid en la de fútbol. Un jugador entrañable que ¡hasta en los sueños! convive, ¡hasta en los momentos más íntimos! con, nada más y nada menos, ¡casi 600 millones de forofos en el mundo!
El jugador que, ¡sin lugar a ninguna duda! enfrentamiento a enfrentamiento (aquí no cabe el partido a partido), iría machacando a sus enemigos (como ellos mismos abiertamente se declaran), hasta hacer inviable tabla clasificatoria alguna, dado que solo habría un equipo: España.
Lamentablemente, para el equipo técnico tradicional, soplagaitas actual, jubilación anticipada no remunerada.
Si queremos remontar, no es momento de contemporizar. Es tiempo de imponer la razón con corazón. Es tiempo de que el equipo seamos todos, afición y jugadores, aunados por el sentimiento a los colores.
Cómo es posible que el forofo español no salga en masa a la calle exigiendo la absoluta titularidad de este supercrack que es nuestro idioma. ¿En verdad la hinchada de este país, es tan aguada como parece? Si nos atenemos a lo que vemos...
El enemigo, aupado por su hinchada, nos gana por goleada. Lógico, entre el ingenuo y beatífico contemporizador y el maligno y desinhibido arrasador, ¿quién va a ser el ganador?
Para nada es lo mismo, por ejemplo, el "yes" y "estrapayáu" sin ninguna mala intención, que el "ets" y "aixafafat" o "zu zara" y "birrinduta" con la peor intención del mundo. Y otras, más solapadas, pero no mejor intencionadas.
Con la imposición porque sí y porque es de razón, del "eres" y "aplastado", hasta aquí habríamos llegado.
Amén.
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