¡Ya vienen los reyes...!
Es bien sabida la sentencia hispana que dice: "Al enemigo que huye, puente de plata". Alas de plata se le pusieron al prófugo mayor del reino cuando en el verano de 2020, alertado por las informaciones que llegaban de fuentes extranjeras (¿dónde andaban nuestros servicios secretos?), decidió poner pies en polvorosa en dirección a La Meca, huyendo de la Justicia y buscando tal vez, cual peregrino, la redención de sus culpas. Pareciera que esa redención le ha llegado ya gratuitamente, a tenor de los rumores que circulan actualmente por el país, según los cuales "el emérito" tiene intención de volver a su antiguo reino a comer el turrón. Nada hemos oído, sin embargo, de arrepentimientos ni perdones como en anteriores ocasiones, y menos aún de devoluciones, aunque bien pudiera ser que el Estado español haya sido utilizado nuevamente como confesonario donde atusarse para poder seguir pecando. Lo cierto es que el vocerío mediático nacional, como si atendiera a la proclama bíblica del Precursor: "Allanad el camino del Señor" (Juan 1, 19-28), se ha estado dedicando a la faena con el repetitivo mensaje de que el que ha de venir está a punto de llegar. Una vez más, de Norte a Sur el país ha enrojecido de vergüenza.
[...Y entonces el pueblo, en viendo la indiferencia vergonzosa de las autoridades, se reunió en asamblea a toque de campana y decidió que, antes de que el rey profanara con sus pies el suelo patrio, procedía volver a colocarle las alas de plata y enviarlo al destierro en uno de sus paraísos fiscales (la mayoría, en un gesto humanitario, opinó que en las Caimán). Así se hizo al grito de "No más robos. Todos somos Hacienda". Como por arte de magia, al instante cogió pista y salió pitando. Nunca más se supo de él. Y así fue como aquel lejano país empezó a verse libre de las tropelías de su Monarquía].
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