De calles y números
Leo en el periódico LA NUEVA ESPAÑA que se quiere poner en la tablilla del nombre actual de algunas calles el que tuvieron tradicionalmente, cuando esa denominación hacía mención a su viejo gremio o actividad. No sustituir uno por otro, sino que convivan ambos. Es decir, añadir un lío más al ya producido por los obligados cambios de nombres de los nuevos tiempos.
Son cosas de Perogrullo, pero conviene recordar que, cuando alguien busca algo o a alguien en el pajar de la ciudad, su referencia para encontrarlo es el nombre de la calle y el número de su portal. Digamos que, a efectos de ubicación, el nombre propio del ciudadano es el nombre de la calle y el número de portal es su primer apellido, pudiendo considerarse el segundo apellido el piso en el que vive. No vale de nada decir busco a fulanito de tal, sino esta calle, este número y este piso.
Constantemente deambulan por Oviedo, a pie o en coche, infinidad de personas escrutando el rótulo de las calles y el número de los portales intentando localizar un médico, un despacho profesional, un amigo, un comercio, pretendiendo entregar algo... Por eso, en vez de complicarles la vida, lo que deberían hacer es facilitarles la labor.
Una buena forma de hacerlo sería encargar a quien sepa un estudio de los materiales, dimensiones y formas que harían más visibles los rótulos de las calles y de los números, tanto de día como de noche. Y estudiar en qué lugar del portal deberían colocarse dichos números para facilitar la mejor visibilidad.
No puede ser que ahora mismo los rótulos de las calles sean de bronce, lo que los hace ilegibles a cierta distancia por el día, y no digamos de noche. Y que el número de cada portal sea como a cada quien le apetezca y donde a cada uno le dé la gana ponerlo. Este, de hierro y colocado en el centro; aquel, de cerámica y en letra gótica, y colocado a la derecha; el otro, pintado en negro con titanlux...
Las calles y los números son el documento de identidad de las personas en la ciudad, y eso no debe dejarse al albur de cada uno. Son elementos urbanos y, como tales, deben estar sujetos a la autoridad competente y a una reglamentación. Primero se estudia por quienes sepan de esto y luego se reglamenta. Costaría dos duros y haría infinitamente más fluida y más fácil la vida de la ciudad. Todo lo contrario de lo que se está haciendo ahora.
Es mi opinión, pero siempre hay otras.
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