Percepción de la corrupción
Recientemente se ha publicado el Índice de Percepción de la Corrupción que se encarga de elaborar una ONG alemana y que como era de esperar -por lo que estamos viendo y oyendo-, no deja a España en buen lugar si hacemos la comparación con los países de nuestro entorno. Mientras los países nórdicos Dinamarca y Finlandia encabezan el ranking, seguidos de Nueva Zelanda como países con más transparencia y menos corrupción administrativa, con notas de 90 puntos de un máximo de 100, nuestro país queda relegado al puesto 30, empatado con Botsuana. En los últimos 18 años España ha ido descendiendo del puesto 21 al 30 que ocupa en la actualidad. Somos además de los pocos países que aún no gozan de una ley de Transparencia.
Resulta curioso que junto a los tres mejor calificados les sigan, entre otros, los países europeos Suecia, Suiza, Noruega, Holanda, Islandia, Luxemburgo, Alemania, etc. Es decir, los más desarrollados; lo que es un claro indicador de que el progreso de los pueblos va ligado a la honestidad, honradez y justicia, mientras la corrupción no trae sino pobreza e ignorancia a la mayoría de la ciudadanía.
Sin embargo, resulta difícil establecer criterios óptimos de valoración de la corrupción si ésta queda limitada a las administraciones públicas y expresamente a la actividad económica.
Invadir un país bajo el supuesto de que tiene armas de destrucción masiva -aunque no se haya demostrado-, y como consecuencia de lo cual mueren decenas de miles de inocentes parece no ser corrupción. Gastar ingentes recursos públicos en armamento mientras la gente carece de lo más elemental tampoco cuenta. Salvar a bancos con dinero público, defraudar a la Hacienda Pública, evadir impuestos, llevarse el dinero a paraísos fiscales, arruinar empresas mientras algunos empresarios sin escrúpulos gozan de todos los lujos, o los daños al medio ambiente por descontrolados, a eso tampoco se le llama corrupción.
¿En qué lugar quedaría España si estas y otras consideraciones fueran tenidas en cuenta? Seguramente hubiéramos caído de la lista o estaríamos a la altura de algunas repúblicas bananeras.
Lo que nos preguntamos es cuánto resistiremos ante tanto "chorizo" suelto.
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