Felipe VI y el consenso
En un año de acontecimientos tan extraordinarios como la erupción del volcán en la isla de La Palma y la pandemia, dos sucesos que han copado titulares día tras día en todos los medios, no se esperaba demasiado del discurso de Felipe VI, salvo que aludiera a los problemas de la sociedad española, a la Constitución como garantía de estabilidad y al regreso su padre.
Efectivamente, el mensaje del rey se ha centrado en la importancia de la Carta Magna y en la defensa de los valores constitucionales así como en el diagnóstico de los problemas sociales, pero no ha habido en sus palabras ninguna mención explícita a su progenitor. Una circunstancia que ha sido muy criticada desde los socios de Gobierno del PSOE, pero no así por los demás partidos, que han entendido que las palabras del monarca, al hablar de que "los titulares de las instituciones públicas deben no solo respetar y cumplir las leyes, sino ser también un ejemplo de integridad pública y moral", se referían implícitamente a ello.
El discurso navideño de Felipe VI puede que no haya contentado a todos, pero sí que ha servido, al menos, para poner el dedo en llaga sobre la falta del consenso necesario que los partidos políticos deberían tener en los asuntos que nos afectan a todos. Un consenso que hasta ahora ha brillado por su ausencia y que es, a mi modo de ver, el mensaje más destacable por su enorme trascendencia.
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