Grandes dependientes, ¿grandes olvidados?
Queridos Reyes Magos:
La gran familia de Raitana se ha portado este año muy, muy bien. Y, como a generosos no hay quien nos gane, este año necesitamos que pongáis vuestra magia sobre aquellas personas que deben ayudarnos a que sigamos siendo el ejemplo de superación que siempre nos ha definido.
Os cuento: resulta que, mientras nuestra dependencia nos lo permite, estamos divinamente en la Asociación. Hay personas que trabajan para que nuestra inclusión sea real y además lo hacen muy bien. El problema surge... cuando nuestras familias deben tomar la difícil decisión de que ingresemos en un centro. Y lo hacen con todo el amor del mundo, porque nos quieren tanto que están seguros de que estaremos mejor atendidos que en casa. Buscan las mejores instalaciones, los mejores profesionales... y no lo encuentran. Porque, hoy en día, no existe.
La realidad, Majestades, es que llegado ese momento desaparecemos para aquellos que no nos conocen. Sí, sí, nos meten en un cajón desastre. Y todas las personas con dependencia no somos iguales; ¿acaso necesita lo mismo una persona con autismo, que una con esquizofrenia o alguien que trata de salir de las drogas? Y eso cuando tenemos la suerte de tener una plaza en un centro público. ¿Cómo puede un solo profesional, sin formación específica para los miles de retos a los que se enfrenta cada día, atender a un grupo de 15 personas de características tan dispares? ¿Cuál es la causa de la desatención, los conflictos entre internos, de que ya no disfrutemos de paseos al aire libre y de que nuestras terapias (sobra decir que son vitales), no se realicen en la mayoría de los casos? ¿Acaso las personas con discapacidad, los grandes dependientes, estamos en situación de desamparo?
Todas estas preguntas ya se las hemos hecho a quienes tienen en su mano poner soluciones. Alcaldes, concejales, consejeros... el último, el director general de Servicios Sociales. Y estamos seguros de que nos escuchan, y de que quieren ayudarnos, y de que pueden hacerlo: igual no saben cómo.
Por todo esto, os pedimos que concedáis a todos ellos:
Clarividencia, para que puedan ver la necesidad de tener un centro en esta zona, donde dejemos de ser invisibles y sigamos viviendo (y no sobreviviendo) como si estuviésemos en casa.
Valentía, para que sean capaces de tomar decisiones encaminadas a cubrir estas necesidades.
Generosidad, para que por fin den prioridad a nuestra demanda de vivienda acondicionada y gestionada como merecemos.
Melchor, Gaspar, Baltasar: que este año toda la empatía que tenemos nosotros con ellos ante el típico tópico "hacemos lo que podemos con lo que tenemos" se dé la vuelta. Que esa empatía caiga sobre ellos y piensen en las dificultades de tantas familias, no solo económicas, sino también afectivas. Porque no somos un diagnóstico ni un informe, somos personas. Y merece la pena conocernos.
Sabiendo de antemano que en 2022 se cumplirán nuestros deseos, nos queda desear a los Reyes, a los políticos y a todo aquel que llegue a leer esta carta ¡Feliz Navidad!
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