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Cincuenta años de vigilancia por las carreteras asturianas

26 de Septiembre del 2010 - Julián Ruiz-Cantabrana Díez (Oviedo)

Este mes de septiembre la Guardia Civil de Tráfico ha cumplido cincuenta años de vigilancia por las carreteras asturianas. Para celebrar esta efeméride nos reunimos en Oviedo 70 compañeros de todas las edades, que junto con algunos familiares celebramos una misa en recuerdo de nuestros compañeros fallecidos (13 de ellos, en acto de servicio), seguida de una comida de fraternidad.

Fueron momentos muy emotivos, pues nos reencontramos compañeros que hacía muchos años que por razones de la vida (la mayoría, ya retirados, con domicilio en diferentes ciudades y provincias) no nos veíamos, aunque sí nos recordábamos.

Fue un reencuentro agridulce. Por una parte, la alegría de volvernos a ver, de recordar tiempos pasados, de poder contarnos el rumbo de nuestras vidas, nuestros achaques (bastantes) y nuestras ilusiones y, por otra, la tristeza de comprobar cuántos compañeros ya no están con nosotros, y otros que por razones de salud y de edad no pudieron asistir al acto.

Aparte de recordar a nuestros compañeros ausentes, los sacrificios, los buenos y malos momentos pasados, las anécdotas y hechos ocurridos, los avatares del servicio, los jefes que habíamos tenido, hubo un aspecto que resaltó por encima de todos, y era la ilusión con la que empezamos nuestro servicio, que mantuvimos siempre. Algunos de los primeros cursos se hicieron en las academias de Tráfico, en régimen interno y en pleno invierno (noviembre, diciembre, enero 1959-60) unos en El Escorial y otros en Colmenar Viejo, fueron muy duros, por un lado, el clima de frío extremo, y las dependencias, que no estaban preparadas, pues se llevaron a cabo en lugares improvisados (en El Escorial, en un campamento de verano con las clases y dormitorios en barracones de madera y en tiendas de campaña) y, por otro lado, la dureza del entrenamiento en aquel contexto: las clases de conducción (no todos habíamos tenido acceso a una moto antes), de mecánica, de aprendizaje del Código de Circulación, del Reglamento de Transportes, la preparación física, etcétera. Pero ¿qué era eso para nosotros?, nuestros veintitantos años, la ilusión que teníamos por obtener la especialidad de Tráfico y comenzar a patrullar por las carreteras de España, prevenir accidentes, ayudar al que lo necesite, procurar que disminuyesen los muertos y heridos, y reforzar en lo posible el prestigio de nuestra Guardia Civil, en la cual llevábamos todos varios años prestando servicio, era tan grande que las dificultades eran nimias.

Queríamos ser guardias civiles de Tráfico, y ya está. ¿Qué es lo que había que hacer? Esa ilusión continuó cuando nos incorporamos a nuestros destacamentos en Asturias, después de los meses de prácticas en otras provincias que ya tenían el servicio. Qué importaba que no tuviésemos vehículos suficientes, que fueran muchas las horas de trabajo (inimaginables ahora), no sólo de patrulla, sino de academias diarias, mantenimiento de los vehículos, etcétera, que la ropa de invierno no fuese adecuada del todo (los motoristas en época de invierno éramos las personas que más periódicos comprábamos, y no sólo para leerlos, sino para ponerlos debajo del traje, reforzar la protección de las rodillas y el pecho para el frío), pues nosotros éramos guardias civiles en la especialidad de Tráfico y como tales debíamos cumplir, como era costumbre en la Benemérita.

Hablo como motorista que fui de esa Guardia Civil de Tráfico, pero lo dicho vale para los compañeros de la especialidad de Auxilio en Carretera, los equipos de atestados en accidentes, del vehículo de «Fotocontrol» (hoy en día parecería de tiempos de los Picapiedra), etcétera.

Que conste que no quiero hacer comparaciones, ni mucho menos, con los compañeros en activo actualmente. Son tiempos completamente distintos, y no sólo en la Guardia Civil, sino en toda la sociedad y, por suerte, mejores en todos los aspectos, aunque sí he de resaltar que a la Guardia Civil siempre le ha tocado, y creo que le toca actualmente, «un plus» de mayor esfuerzo, no correspondido con la retribución, ¿por qué será?... A lo que sí animo a los actuales compañeros en activo es a que continúen con la ilusión del trabajo bien hecho, que me consta que tienen, y esperemos que ese «plus» que tiene nuestra querida Guardia Civil se vea recompensado y no sólo en halagos, sino en mejoras en todos los aspectos, que se lo merece.

Felicidades a todos los que pertenecen o han pertenecido al subsector de Tráfico de la Guardia Civil de Asturias por estos cincuenta años de servicio a la sociedad asturiana, y que gocen de la paz eterna los que ya no están con nosotros, con un fuerte abrazo a todos los familiares, poniéndonos a su disposición.

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