El mundo rural fracasa de éxito
Llega la gentrificación al medio rural y los que lo han construido y mantenido lo tendrán que dejar. Su actividad actual con sus propios medios (la misma de sus ancestros) tiene un coste que no se pueden permitir. Saben que tendrían que hacer grandes inversiones en tecnologías y establecer cooperaciones entre sí también para que fuese rentable (no solo para la producción, sino también para la distribución). Otros vendrán que sí podrán hacerlo y colaborarán entre ellos. Pero los de ahora: ni lo ven posible ni se les ayuda e incluso se les desmoraliza con asuntos como el lobo o el oso... Seres vivos a los que ellos contribuyen (con miel: al oso, con ganado: al lobo y al oso) están más protegidos que ellos en un hábitat del que se les excluye. Tienen que irse, e ir a barrios de la periferia de las ciudades donde sus habitantes compran lo más barato para alimentarse en los supermercados, lo cual está en la raíz de la razón de tener que irse.
Sin embargo, la industria alimentaria, en Asturias tiene un futuro muy rentable. Pero se tendría que invertir en sofisticadas tecnologías de automatización productiva y control; algo que la población de ahora no se lo puede permitir. La producción de alimentos ecológicos por medio de sensores, nanotecnologías y robots, ya no es un sueño. Pero ellos no pueden permitirse ese sueño: ni por inversiones, ni por formación, ni por su preparación específica suficiente. Estoy convencido de que de aquí a unos años alguien se hará cargo de la producción agrícola de alimentos en las fértiles vegas y llosas de Asturias, usando potentes tecnologías. En un principio sería un grupo reducido que llegaría y se lo podría permitir (quizá porque además de producir en el medio rural también tele-trabajarían desde ese paraíso local). Luego irían captando extensiones de terreno abandonado que sus máquinas y robots cuidarían como un conjunto productivo de agro-ganadería ecológica. Tendrían ganadería extensiva (controlada con chips bajo su piel, y dispondrían de detectores fijos y móviles con drones como respuesta). Como la fauna salvaje también estaría marcada y anillada con chips, sus drones la podrían mantener a raya, y otros robots móviles salvarían al ganado. Ese grupo reducido inicial produciría alimentos para ellos y para aquellos que los pudiesen pagar. No se está hablando de una producción intensiva, sino de todo lo contrario. Suministrarían a restaurantes de proximidad y algunos serían suyos, y dispondrían también de hoteles y casas rurales para un turismo que buscase: tranquilidad, paisajes, humanidad y gastronomía.
Pero los que ahora lo habitan, o ven posible realizar este sueño o no podrán continuar. E irán a unirse en los barrios periféricos con los que compran lo más barato en el supermercado; y allí buscarían también un empleo como los demás.
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