Asturias y los pirómanos
A mediados de noviembre, cuando aún nos quedaba un mes de otoño, llegó el invierno y las lluvias establecieron nuevos récords. Los registros de Asturias nos revelaban el noviembre de 2021 como el más lluvioso de los últimos 50 años (376 litros acumulados).
Comentándolo con un amigo, le decía: “Verás cuando llegue Navidad y andemos en camiseta”... como si se tratara de un augurio, se cumplió.
El día 31 paseaba tranquilamente por el monte, y después de varios días de buen tiempo, observando la Sierra de Navaliegu, pensé: ¡Qué raro que este año no quemaron la zona!, y es que la zona registra quemas intencionadas año tras año, hasta el punto de llegar a acotarse los pastos.
Estaba empezando a oscurecer y, mientras me encamino hacia el coche, veo por encima de La Colladiella (bajo la Fuente’l Texu) dos líneas de fuego ¡Otra vez!... todos los años igual, en la misma zona, al oscurecer, y junto al camino.
La abundancia de “urcia”, “árgoma” y helechos secos proporciona la mecha idónea para provocar un incendio importante, pero, teniendo todos esos factores en cuenta, todos sabemos que los incendios que tienen lugar en Asturias no son fortuitos, necesitan al pirómano de turno, y como tenía que aparecer apareció. Durante un par de días el fuego avivado por el viento devoró todo a su paso, y en una población cercana tuvieron que realizar un cortafuego para evitar que las llamas se acercaran a una casa. Peor suerte corrió alguna cuadra, pero por suerte el fuego no se cobró ninguna vida humana (de momento).
El sábado por la mañana, me encamino hacia la Sierra de La Fernansueria, un mirador privilegiado desde donde se puede contemplar todo el valle, desde su zona más alta hasta el fondo a pies de la Sierra del Aramu. El humo lo invade todo, y pueden verse fuegos activos en la Sierra de Navaliegu, otra inmensa columna de humo se eleva tras el Cordal de Longalendo, por WhatsApp me llegan imágenes de otro que hay sobre Seana (Mieres), y a los pies del Aramu, en la zona del Cordal, se ve otro. De 35 incendios pasamos a 52, y de ahí a los 98 que se registraban el domingo día 2. Asturias olía a chamusquina, y el paraíso natural se convertía en una especie de cocina de leña, mientras que el viento parecía dar una tregua.
Mientras observaba el Valle de Turón, desde tan privilegiado mirador, veo un valle tapizado de castaños, coronando los límites con el concejo allerano con pinos, con la antigua vieja pista del Icona recubierta de maleza, argayos y árboles caídos, con lo cual su utilidad como acceso a la zona alta y cortafuegos queda bastante en entredicho.
Pienso en los cientos de caminos perdidos por la despoblación, las toneladas de madera que la nevada de otoño en 2018 tumbó y siguen ahí esperando por alguien, y me doy cuenta de que una gran catástrofe es posible. Un valle estrecho con formación en uve, con tanto material combustible, sin cortafuegos, y a merced del viento, es carne de cañón. Espero no verlo nunca, pero las estadísticas nos hablan de incendios que son provocados, de que las hectáreas quemadas aumentan progresivamente, y que nuestro patrimonio natural se ve cada vez más amenazado.
Hay quienes levantan la voz mirando a la Administración, y desde luego no estaría de más que pistas como la anteriormente mencionada fueran objeto de una limpieza importante, pero la cruda realidad nos habla de una verdad incontestable, pirómanos amparados por el mutismo de sus vecinos, que contrariamente a lo que dicta la sensatez ven en callarse y no denunciar un gesto propio de buenos vecinos... solo es monte, o solo son cuadras, pero ¿y si hablamos de casas o vidas? ¿Seguiríamos amparando al terrorista? ¿Veríamos como un gesto de buena vecindad callar ante el delincuente que se ríe de todo el mundo?
Dicen que para que cambien las cosas tiene que suceder algo, y yo creo que sería lamentable tener que contar una desgracia humana para cejar en el empeño de defender a quien no lo merece, y de tomar todos (Administración y vecinos) cartas en el asunto para acabar con esta práctica salvaje, impropia de gente civilizada y de los tiempos en los que vivimos.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

