El otro otoño

11 de Octubre del 2010 - José Antonio Coppen Fernández (Lugones)

En la ya antesala del invierno, otoño de 2010, que tiene su encanto, quizás no tanto como la primavera, pero mucho más que el invierno, hay gustos para todas las estaciones, pero en la que estamos, como metáfora de la vida, los días declinan, aunque aún son largos y agradables. Pero nosotros nos vamos a referir al otoño de la vida que representa la serena madurez, esa etapa del tránsito humano que deberíamos valorar y disfrutar con mayor intensidad, como se saborea la fruta madura.

También con el color ocre del otoño se pueden simbolizar los sueños dorados de la madurez, nos ofrece mayores oportunidades para seguir soñando por los caminos de la ilusión e inquietud, son dos facultades que debieran cultivarse con especial primor en esa estación. Vivir sin ilusiones e inquietudes no es vivir. De éstas, las inquietudes, afloran muchas ilusiones, que enriquecerán intrínsecamente el patrimonio de la existencia humana.

Quizás sea el otoño de la vida la estación más propicia para el sueño despierto, él puede alimentar la esperanza porque nosotros somos los guionistas y conductores del mismo, de aquí la conveniencia de propiciar los sueños sin dormir, ya que los otros son impredecibles, con pesadillas incluidas. Hemos de recordar que no siempre la vida nos ofrece los pasajes y paisajes escenográficos adecuados para disfrutar de ese hermoso espectáculo del que podríamos ser productores y protagonistas.

Y aunque la vida, marcadamente a partir de su otoño, no nos exime de problemas que nos afectan directa o colateralmente ante la precariedad de seres queridos, con vínculos familiares, de amistad o vecindad, debemos procurar en lo posible seguir en esa línea positiva de cultivar las ilusiones. No sé quién dijo que a medida que los seres humanos cumplimos años, que vamos quemando etapas, las bombas cada vez caen más cerca. Una muy elocuente metáfora.

Realmente si dedicáramos más tiempo a pensar y reflexionar sobre la propia existencia, desde el momento que se aborda la adolescencia, nuestros comportamientos y actitudes en el desarrollo de la vida, la aprovecharíamos más. Recordamos ahora un texto de Séneca sobre la brevedad de la vida: «Realmente la vida no es breve, la hacemos breve, esclavos de nuestras pasiones. Malgastamos nuestra vida; los que viven muchos años no viven mucho. El hombre muy atareado no disfruta del presente ni del pasado, y el futuro, esto es, la muerte, los aterra, porque les recuerda que han malgastado sus vidas».

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