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De mayor quiero ser yo

7 de Enero del 2022 - Cecilia Paz (Grado)

Cuando siendo niños nos preguntan qué queremos ser de mayores normalmente imaginamos una profesión destacada y posesiones materiales ("yo de mayor quiero ser futbolista y voy a tener una casa muy grande y un coche que corra mucho"). Más tarde, cuando alcanzamos esa etapa de la vida en la que nos desarrollamos profesionalmente (juventud, madurez) establecemos unos objetivos a corto-medio plazo, como: viajar, formar una familia o acabar de pagar la hipoteca. Y si ponemos nuestro pensamiento un poco más allá, en la edad de la jubilación, esperamos poder llegar a esa etapa con salud para disfrutarla después de tantos años de esfuerzo.

Pero ¿alguna vez pensamos en nuestra vejez? ¿Qué pasa si ese momento no es como esperábamos, si la salud no nos acompaña y necesitamos ayuda para desarrollar nuestra vida diaria?

Con salud podemos disfrutar de lo que ahora se conoce como envejecimiento activo, participar en actividades que nos resulten de interés como las que se ofertan en los centros sociales: gimnasia, pilates, talleres de literatura y de memoria, baile, idiomas, música, etc. Cuidar de los nietos, participar en voluntariado, hacer rutas de montaña, viajar o cultivar la huerta también pueden ayudar a enriquecer nuestro día a día. Todo depende, claro está, de lo que a cada persona le guste y le motive.

En cambio, y es lógico, nos cuesta pensar en un futuro en el que dependamos de otras personas. Existen recursos en los que se presta atención a personas mayores dependientes, tales como ayuda a domicilio, centros de día y residencias en los que personal especializado ofrece el apoyo necesario para el desempeño de las actividades de la vida diaria (aseo, uso del WC, comida, traslados...) y donde se llevan a cabo actividades para el mantenimiento de capacidades, la socialización y el bienestar personal.

Ahora bien, está claro que no todas las personas somos iguales, que cada uno tenemos unos gustos, aficiones e intereses, y también nuestras pequeñas manías. Por eso es complicado, en un lugar donde conviven muchas personas, que todo esté a nuestro gusto. Lo que a una persona le encanta, a otra le puede resultar desagradable. De ahí la importancia de la libre elección, el poder decidir qué nos apetece hacer y qué no. Y llega un momento en el qué tal vez no podamos decidir por nosotros mismos, y que alguien tenga que determinar qué es lo que nos hace sentir bien y qué cosas nos pueden molestar.

Y si ese momento llega, yo quiero que las personas que se encargan de mi cuidado conozcan mi historia de vida: quiénes son las personas más importantes para mí, a qué me he dedicado, cuál es mi música favorita o qué me puede poner triste.

No quiero que me traten como a un niño, ni que utilicen la palabra "abuelos" como genérico para referirse a las personas mayores porque tal vez, a mí pesar, yo no tenga nietos. No quiero que me griten como si tuviese problemas de audición, si no los tengo. Tal vez no comprenda bien. No quiero que todos los días me den un sonoro "bueeenoooos diaaaaas" y me reciban con aspavientos para intentar alegrarme el día. Me conformo con que se acerquen a mí discretamente, me llamen por mi nombre y me pregunten cómo estoy. No quiero que me animen a dar palmas mientras suena "Paquito el chocolatero", me gusta más otro tipo de música. No todos los días son días de fiesta. En nuestra vida cotidiana, no es así. Normalicemos la vejez. Pero normalicémosla, de verdad, tratando a los mayores como adultos y con el respeto que se merecen. Tal vez el tener una simple conversación con alguien que nos escuche con interés, aunque hayamos contado esa misma historia decenas de veces, nos alegre el día.

Me gustaría poder contar con una persona de confianza, a la qué tal vez me apetezca expresarle mis inquietudes y preocupaciones, y que esa conversación no trascienda. Me gustaría que se respetase mi intimidad en todos los sentidos. Que no se comuniquen a voces mis cifras de glucosa de esta mañana, o si me han tenido que cambiar el absorbente.

Agradecería poder vestir como siempre me ha gustado hacerlo, mantener mi corte de pelo habitual y seguir utilizando mi perfume preferido. Tener acceso a objetos que sean significativos para mí, y poder escuchar la música que siempre me ha gustado tal vez me haga sentir más segura. En definitiva, de mayor quiero ser yo o, al menos, conservar mi esencia.

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