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¡Por un año con equilibrio!

14 de Enero del 2022 - Carmen González Casal

Acabamos de estrenar año. Son momentos de brindis, de sueños que se alzan al compás de un chinchín cargado de ilusiones. Yo brindé por un 2022 con equilibrio. Es importante porque, cuando falta, parece que todo se tambalea y la vida se instala en un “modo alerta” que nos desgasta, alejándonos de la paz necesaria para vivirla con pasión, poniendo el alma en lo que hacemos.

El equilibrio es como un caleidoscopio que produce múltiples efectos. De hecho, si observamos distintos ámbitos, vemos que es el gran ausente y urge recuperarlo. Hay desequilibrio en los gobiernos, del signo que sean, y su consecuencia inmediata produce tensiones, reivindicaciones, manifestaciones callejeras. Acabamos de vivir en Oviedo el desembarco de tractores y camiones solicitando medidas urgentes para el campo asturiano, sector primario vital para todos y en total desequilibrio. El precio de la luz, entre otras muchas cosas, está en la cuerda floja de continuo, generando sobresaltos y desigualdades vitales de pobreza y exclusión, donde la justicia tampoco es igual para todos, produciéndose brechas desequilibrantes.

Asistimos a desequilibrios ecológicos, como los fenómenos contaminantes, por ejemplo. También el desequilibrio forma parte del escenario económico cuando se desajustan las variables que lo mantienen estable. Y no digamos sobre la falta de equilibrio territorial, donde las consecuencias de nacer en África, Afganistán o Europa son abismales, aunque, sin ir más lejos, también sucede en España, donde las mayores prebendas se las llevan Cataluña o el País Vasco, por motivos de sobra conocidos. Hay desequilibrados al volante o en las relaciones de pareja, llegando incluso a matar en un momento de enajenación. Asimismo, sobran desmanes entre los jóvenes que se desquitan de unos meses de confinamiento con botellones interminables que propician nuevos contagios.

Son tan solo pinceladas, pequeños icebergs en un mar de fondo en desequilibrio. Pero, más que seguir pintando un panorama negro –aunque real–, me gustaría dar pistas que nos lleven a un cambio. Cambio que solo se consigue desde la armonía personal, aprendiendo a vivir personalmente en equilibrio, porque la felicidad consiste en vivir instalado de forma sana y equilibrada en el presente, habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro, conclusión a la que llega la psiquiatra Marian Rojas en “Cómo hacer que nos pasen cosas buenas”, libro que recomiendo.

Sumario: Un caleidoscopio que produce múltiples efectos

Destacado: Es preciso entrenar la voluntad en el trabajo bien hecho, en la vida familiar o afectiva, porque la motivación por conseguir la meta puede con todo

¿Y cómo acampar equilibradamente en el presente? Buscando, dentro de la actividad habitual, momentos de calma, rincones de sosiego que nos permitan diseñar la altura, la anchura y la profundidad de nuestra vida. Trazar una vida en 3D, donde estén claras las metas, las respuestas a esas grandes preguntas que dan sentido a lo que habitualmente hacemos; sin desconectar de la realidad personal: cómo soy, qué define mi carácter –con sus puntos débiles y fuertes–, para luego dar el paso de la aceptación, con la disposición de cambiar en lo que se pueda o de mejorar en lo que sea necesario.

En esta tarea juega un papel vital la voluntad, cada vez menos adiestrada y más enclenque. Acostumbrada a la inmediatez en la respuesta, a que nada ni nadie le lleve la contraria, carece de fuerza y en muchas personas es un pelele inconsistente. Sin embargo, una voluntad educada ejerce mejor gestión sobre la atención y se conecta de manera saludable con el presente. Es preciso entrenar la voluntad en el trabajo bien hecho, en la vida familiar o afectiva, cual atleta que pelea con ilusión por conseguir una marca y persiste en ello tenazmente, con sol o con lluvia, con ganas o sin ellas, porque la motivación por conseguir la meta puede con todo. El infatigable Honoré de Balzac sabía de qué hablaba cuando sentenció: “No hay gran talento sin gran poder de la voluntad”.

Termino. Para todos, ¡por un año con equilibrio!, que no es poco.

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