¿Match point al covid?
Nadie duda, a estas alturas de la historia del tenis, que Novak Djokovic, actual número uno del tenis en la ATP, se coronará como uno de los más grandes del deporte de la raqueta, si no el más grande de la historia. Pero también pocos dudan de su controvertida personalidad, del impresentable entorno familiar y de la idiosincrasia geográfica en la que creció y moduló su personalidad serbia.
Estos días solo se habla de él y del aniversario del asalto al Capitolio de los EE UU que avergonzó a la democracia del país más poderoso de la Tierra. Se abren los telediarios de todo el mundo con las dos noticias. En el primer caso, el lunes 10 la justicia australiana determinará si Djokovic puede entrar legalmente a Australia o será un "sin papeles" al que hay que deportar. Mientras tanto permanecerá en las dependencias del hotel cercano al aeropuerto, esta vez no rodeado de otros millonarios y famosos como él, sino de ciudadanos del montón que están a la espera de regularizar su situación. En el segundo caso, EE UU se juega su futuro democrático a dos niveles, el jurídico y el político, con la "espada de Damocles" sobre su cabeza, la posible vuelta del espanto, del horror, del veneno... Trump. Son tiempos difíciles.
En todo caso, el negacionismo antivacunas ha encontrado un aliado poderoso en la figura de este personaje (utilizo esta vez el término "personaje" con toda la intención del mundo) porque es uno de los abanderados del populismo libertario. En junio de 2020, cuando en Europa la peste se extendía por todo el continente, los centros sanitarios colapsados y los cadáveres se amontonaban en los hospitales, morgues, incineradoras y la gente moría en la más absoluta soledad, este personaje decidió organizar una exhibición de tenis en los Balcanes con fin de fiesta incluido en una discoteca. Colgó en las redes sociales, en un acto de chulería insoportable, imágenes de aquella fiesta. A los dos días él y su mujer dieron positivo en covid. Se desconoce cuantos más "disfrutaron", entre copa y copa, entre risa y risa, de la compañía del coronavirus que danzaba con ellos en la pista de baile. Todo un ejemplo de solidaridad y empatía con el sufrimiento.
En todo caso, los que sí creemos en un mundo verdaderamente libre y solidario no discutimos ni negamos su derecho a no querer vacunarse, solo recordamos que los demás también tenemos el derecho a protegernos. Para ello las autoridades sanitarias y los responsables políticos toman las decisiones para salvaguardar el interés general, el interés mayoritario. La salud y la economía.
Australia consiguió el año pasado celebrar su Open de Tenis tras una rigurosa fase de control de la epidemia y le salió bien. Esta vez redoblaron los controles y las exigencias para poder entrar en su país, ante el alarmante crecimiento de contagios. Todos los y las tenistas que quisieran participar debían llegar a Australia vacunados y con las PCR correspondientes. Todos lo han hecho, menos él. Sabedor de que con ello el escándalo estaba servido si no le permitían entrar en el país. Ha mantenido el pulso hasta el final no solo con los organizadores del Open, sino también con las autoridades del país.
En Serbia, su país, con un historial nada recomendable por su papel en la guerra de los Balcanes y su desprecio hacia otras etnias, lo tienen como su héroe nacional y su padre lo ha comparado con Jesucristo y Espartaco: "Es el Espartaco del mundo libre"; la Iglesia ortodoxa reza por él para que lo "liberen de la prisión" a la que está sometido; el Gobierno serbio en pleno ha condenado el "trato inhumano que está recibiendo" y amenaza ruptura de relaciones con el Gobierno australiano. La ministra del Interior australiana, sin ningún tipo de aspavientos, ha negado rotundamente que el personaje esté retenido, se encuentra en un hotel cercano al aeropuerto a la espera de que la justicia se pronuncie al respecto, como en cualquier Estado de derecho.
En cualquier caso, el personaje lo tiene fácil y está en sus manos. Si quiere participar en el Open, se vacuna (como manda el protocolo aceptado por todos los deportistas) o si entiende que "su libertad" está por encima del evento deportivo, coge un avión y se vuelve a su Serbia, donde miles de compatriotas le recibirán como héroe nacional y los antivacunas del mundo le pondrán una vela encendida de gratitud.
El tenis es uno de los deportes más elegantes, precisos, de gran fortaleza mental y que practica el "fair-play" como ningún otro deporte, en él no caben la marrullería, la camándula, la astucia tramposa... "la mano de Dios", pero Djokovic la practica fuera de las pistas.
Me comentan que en las redes sociales ha sido "trendig topic" una de esas genialidades que de vez en cuando te fuerzan una sonrisa: "NoVac YoCovid".
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