Majestad, ¿por qué guarda silencio?
El rey emérito Juan Carlos I, que no debió de enturbiar el honor de ser el más alto representante del Estado español en las relaciones internacionales con acciones presuntamente ilegales que llevaron su caso a las portadas de los principales diarios del mundo, regresará a la Península. La cuestión es cuándo.
Juan Carlos I, al regularizar 5 millones de euros, se autorreconoció defraudador fiscal, y, por el daño ocasionado a la imagen del Reino de España, revistió el caso de la suficiente gravedad -y más cuando afirmó en el ejercicio de su labor que "la ley es igual para todos", y siendo obvio que la inviolabilidad constitucional que goza ampara su quehacer en el desempeño de funciones inherentes a su cargo y no presuntas trapazas para lucro personal- como para exigirle su deber de comparecer públicamente y explicarse ante los españoles.
Como no lo hace, yo, simple ciudadano, al contrario de lo que visiblemente airado reclamó él a Hugo Chávez, con sosiego le pregunto: ¿por qué se calla, Majestad?
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