El difícil voto de los católicos
Sirvan estas líneas para muchos católicos que, como yo, hemos sido defraudados por las opciones políticas en las que hemos depositado nuestra confianza pensando que iban a defender nuestras convicciones y luego han hecho todo lo contrario de lo que nos prometieron en sus programas electorales. Creo sinceramente que las alianzas entre los partidos para formar gobierno no solo burlan la voluntad de los electores sino que son formas de dictaduras... "El Estado de partidos políticos es un Estado totalitario". Dicho está. Ganarán los partidos políticos, sus dirigentes, con el correspondiente pastel para cada uno de ellos. Esta llamada "democracia" tiene mucho que ver con el demonio. Los "demócratas", sus constituciones y sus parlamentos no son hoy fuente de la verdad y del bien. La fuente de la verdad y el bien y del poder es Cristo, Rey del cielo y de la tierra.
No se puede colaborar con partidos políticos ateos y anticristianos, cuyas ideologías son estructuras de pecado, totalmente contrarias a la doctrina del magisterio de la Iglesia. Los laicos hemos de esforzarnos para sanear las estructuras y los ambientes del mundo cuando inviten al pecado. El Concilio Vaticano ll declaraba: "Ninguna actividad humana, ni siquiera en el dominio temporal, puede sustraerse al imperio de Dios".
El Papa Pablo VI nos decía: "Nosotros decimos a los gobernantes: no aceptéis que se introduzcan legalmente en la familia prácticas contrarias a la ley natural divina". Ningún gobierno democrático le ha hecho caso: divorcio, aborto, eutanasia, homologación de la convivencia homosexual con el matrimonio, ideologías de género que destruyen a la mujer y tanto daño hacen a nuestros jóvenes, etc. aberraciones y más aberraciones. El aborto y la eutanasia democrática es el genocidio permanente más diabólico de toda la Historia.
San Juan Pablo II nos dijo en su visita a España:
"Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente". El Concilio Vaticano ll ya había dicho: "El aborto es un crimen abominable". Y casi todos los partidos políticos del Parlamento español querían el aborto, lo han consensuado entre ellos, lo han aprobado y nos lo han servido como algo "normal". Era uno de sus dogmas. No olvidemos que el aborto es un rito satánico, una misa negra ofrecida al diablo.
El dogma liberal fundamental reza así: "El pueblo es soberano". Pío X afirmaba que las ideologías liberales llegan al grado de perversidad al afirmar que el pueblo es soberano. El fin de las ideologías liberales es destruir, aniquilar la civilización cristiana, descristianizar las familias, los pueblos, las instituciones, las naciones. Paganizarlo todo. Destruir la esencia de los hombres y mujeres de nuestra patria.
Nada sin Dios porque sin Dios no hay nada. Todo bajo la ley de Cristo. Un Reino de justicia, de paz y de amor. Una sociedad fundamentada en la Doctrina social y política de la Iglesia, la única fundada por Cristo. La verdadera, por eso tanto se la vilipendia y ataca.
¿Quién hay que no sienta su ánimo consternado al contemplar a la mayor parte de la humanidad combatir entre sí, tan atrozmente que semeja una lucha de todos contra todos? No hay ninguno que no suspire y no invoque la paz; pero querer la paz sin Dios es un absurdo, porque de donde está ausente Dios, está desterrada la justicia, y, si se quita de en medio la justicia, es en vano alimentar esperanzas de paz.
No hay pocos que, empujados por este anhelo de paz que es tranquilidad y orden, se agrupan en partidos políticos que llaman partidos de orden. ¡Vanas esperanzas y fatigas perdidas!
No seré yo quien dé su apoyo público a ningún partido político del arco parlamentario, pero sí me veo en la obligación moral de dar un consejo a los católicos, a los católicos no de boquilla sino a los de verdad, a los que realmente creen y viven el Evangelio: hemos de apoyar a quienes, sin fisuras, defiendan los valores de la familia, de la vida desde su concepción hasta su final natural, defiendan nuestras raíces cristianas y nuestras tradiciones. Quienes no jueguen a ser pequeños dioses legislando quién sí y quién no merece vivir. Hago mías estas frases de estos obispos españoles:
Mons. Sanz Montes: "Ya quisiera yo que los niños abortados o enfermos eutanasiados tuvieran la legislación protectora de los toros".
Mons. Iceta: "En el Congreso hoy ningún partido mayoritario defiende la vida humana desde su inicio".
Mons. Reig Pla: "Los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas estructuras de pecado".
Mons. Munilla: "Un católico fiel a la Iglesia no puede votar a ciertos partidos presentes en el Congreso de Diputados".
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