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EE UU escoge la guerra

14 de Enero del 2022 - J.J.J. Suárez González (Gijón)

Todo el mundo conoce la famosa "Crisis de los Misiles" de Cuba y que los "malvados" soviéticos pretendieron instalar misiles nucleares de alcance medio en la isla caribeña para amenazar al bueno del "Tío Sam", pero lo que no todo el mundo sabe es que antes de que eso sucediera EE UU había instalado misiles nucleares de alcance medio en Turquía, en la misma frontera de la URSS, contraviniendo los acuerdos entre las partes. Aquella crisis solo tenía dos salidas, o una guerra mundial o que ambas partes retiraran sus respectivos misiles y que EE UU garantizara que no iba a invadir Cuba, pues la URSS no estaba dispuesta a quedar indefensa ante las armas nucleares occidentales y los cubanos tenían que obtener algo de todo aquello. Pues bien, JFK quedó como el héroe vencedor de la película y Jrushchov como el villano derrotado, pero, ya vemos que las cosas no fueron exactamente así. Tome usted nota.

El pasado jueves 13 de enero puede quedar grabado en el calendario de la Historia como otro día de la infamia, en esa fecha terminaron las negociaciones en Bruselas entre EE UU y Rusia, que se habían iniciado a petición del Kremlin, sobre garantías de seguridad recíprocas. A pesar de que Occidente les había dicho lo contrario, cuando cayó la URSS y se acabó la "guerra fría" la OTAN no solo no dejó de existir, como dejó de existir el Pacto de Varsovia, la OTAN no dejó de crecer y de expansionarse hacia el Este, incorporando países que habían pertenecido al bloque soviético y, no solo llegando a las fronteras rusas, tomando también el control del mar Báltico con la incorporación a la Alianza Atlántica de Letonia, Estonia y Lituania. Como con ganar Occidente no tuvo suficiente, EE UU y sus aliados pretendieron dividir y repartirse Rusia y robar sus inmensas riquezas, algo de lo que estuvieron muy cerca y que solo truncó la llegada de Vladímir Putin al poder. Ya en los años veinte del siglo pasado había políticos en EE UU que decían, sin cortarse un pelo, que Rusia tenía un territorio demasiado grande para que perteneciera a un solo país y esas mismas palabras las hemos vuelto a escuchar de políticos y magnates americanos hace algunos meses. Póngase usted en la piel de los rusos. El siguiente paso fue la pretensión de EE UU y sus aliados de tomar el control del mar Negro y de la base de Sebastopol, en Crimea, donde Rusia y Ucrania compartían la flota. Además, Crimea es de vital importancia para Rusia porque allí hay instalados unos potentes radares que la defienden de un ataque de la Sexta Flota. Ya vimos lo que que pasó allí y de aquellos polvos, estos lodos, la crisis que ahora hay en Ucrania y que ya amenaza gravemente la paz en Europa. En el colmo de la desfachatez EE UU ha preguntado a Rusia: "¿Qué hace moviendo miles de soldados dentro de sus fronteras?", a lo que el viceministro de Exteriores ruso les ha contestado: "¿Qué hacen los soldados de los EE UU, sus aviones y sus buques a miles de kilómetros de su casa?". Como era previsible, las negociaciones han fracasado porque EE UU no piensa renunciar a sus políticas expansionistas, de intimidación y de amenazas y porque Rusia no piensa renunciar a su seguridad. El argumento base de los americanos ha sido que "no se puede impedir a ningún país que quiera integrarse en la OTAN", e instalar en él misiles a cinco minutos de vuelo hacia Moscú, y, en la misma lógica, Cuba y Venezuela, países también soberanos, pueden instalar en su suelo misiles hipersónicos nucleares rusos que pueden alcanzar todas las ciudades de EE UU en pocos minutos. Rusia no lo ha descartado si no le dejan otra salida. El preámbulo vemos ahora que no era baladí.

EE UU está siendo muy imprudente porque el detonarte de un conflicto que podría ser el peor que ha sufrido la Humanidad no está en sus manos, sino en manos de los fascistas ucranianos, los mismos del golpe de Estado de la plaza del Maidán, los mismos que quemaron vivas a 46 personas en 2014 en la ciudad de Odessa (prendieron fuego al local de los sindicatos y no dejaron salir a las personas que se refugiaron allí) y los mismos que disparan contra sus compatriotas enarbolando la bandera nazi en sus trincheras. Por supuesto, los primeros muertos, además de ucranianos y rusos, los pondrían la UE (Borrell ya ha dicho que apoyan a Ucrania) y los países de la OTAN, pero Rusia ya ha advertido de que si la atacan dispararán contra los cuarteles generales y contra los centros de decisión, estén donde estén.

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